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  • Horas antes del alba, de Celia Fremlin (1958)

    Horas antes del alba, de Celia Fremlin (1958)

    Necesito dormir

    Louise acaba de ser madre por tercera vez. Margery y Harriet, sus dos primeras hijas, son algo más mayores, juegan juntas y se entretienen solas. Eso sí, son dos auténticos terremotos (para que luego digan que las niñas son más tranquilas). Sin embargo, el recién llegado Michael requiere de toda la atención de Louise.

    Es un bebé que se pasa las noches en vela, llorando, y que no deja descansar a Louise. Y lo que es incluso peor: no deja dormir a Mark, el padre de familia, que no soporta que el pequeño le desvele con su llanto cada noche. Así, Louise acaba durmiendo en los rincones más recónditos de la casa para acallar al niño y tratar así de que no despierte al resto de la casa. Esta sería la premisa de partida de «Horas antes del alba», una novela excepcional de Celia Fremlin.

    Un dinero extra

    Ya que ahora son uno más, a la economía familiar no le vendría mal un dinero extra. Por eso cuando Vera Brandon acude un día a ver la habitación del ático y decide aceptarla sin apenas condiciones, todos están encantados. Vera afirma ser profesora, por lo que debe estar acostumbrada al ajetreo de los más jóvenes de la casa. Y hasta es posible que algún día pueda hacerles de niñera si surge un imprevisto. Louise siente que ve la luz al final del túnel.

    Todo parece más o menos normal: un matrimonio joven con tres hijos al que se suma una inquilina seria y respetable. La falta de sueño de Louise le hace ver fantasmas donde no los hay y empieza a preguntarse de dónde ha salido esta tal Vera Brandon y el porqué de algunos de sus extraños comportamientos.

    «Daría cualquier cosa, cualquier cosa por una noche de sueño.»

    Horas antes del alba, página 7

    Lo que esconde

    «Horas antes del alba» fue premiada en 1960 con el Premio Edgar a la mejor novela de misterio. A pesar de que con lo que os he contado nada parece darnos pistas de cuál es el enigma que esconde la obra, hay un halo de inquietud a lo largo del texto. Para que este recurso funcione, es fundamental la elección de una narradora dudosa que no está segura de lo que ve o lo que escucha. El instinto protector de madre le hará sospechar de todo y de todos.

    Me encantaría contaros más, pero un elemento crucial del funcionamiento de esta obra reside en que hasta las últimas páginas ni siquiera sospechas cuál es el golpe de efecto final.

    Contexto histórico y social

    No obstante, nada de eso es lo más relevante de este libro.

    Tras la II Guerra Mundial, se fomentó una campaña de acoso y derribo sobre las mujeres para que renunciasen a la vida laboral en favor de los hombres que regresaron del frente. Fueron muchas las que una vez que conocieron lo que era poder tener el control de su propia economía no querían renunciar a este privilegio. Muchas fueron despedidas, pero al resto las sometieron a unas condiciones desfavorables tan duras que en multitud de situaciones prefirieron rendirse.

    A esto debemos sumarle una situación económica en la que se propició la compra de viviendas en barrios residenciales (con unos precios muy asequibles) y unos importes en el sector automovilístico muy ventajosos. Y así, casi sin darnos cuenta, tenemos un panorama en el que se favoreció el aislamiento social de las mujeres: las familias se mudaron a las afueras y ellas quedaban apartadas de la vida cultural de las grandes urbes. Con cuidar de sus hijos ya tenían bastante.

    La parte buena es que todo esto alimentó la segunda ola del feminismo (desde principios de los años 60 hasta finales de los 80). La parte mala es que todo el avance social que habíamos logrado a lo largo del siglo XX se vio mermado en unos pocos años.

    Si no conoces todos estos datos, vas a disfrutar de «Horas antes del alba» igualmente, pero sabiendo de dónde surge esta historia todo resulta mucho más emocionante. Louise ha sido educada para no molestar, para no ser importante dentro de su familia. Es más urgente que su marido pueda descansar a que lo pueda hacer ella. Que su nueva inquilina no proteste por los berridos de su hijo. Que la vecina no llame a la policía porque tampoco es capaz de pegar ojo. Louise antepone las necesidades de todas y cada una de las personas que la rodean a las suyas, porque es lo que se espera de una buena madre y una buena ama de casa.

    La pared vacía

    Ha habido un par de momentos en los que esta novela me ha recordado irremediablemente a «La pared vacía» de Elisabeth Sanxay Holding. Esa ausencia de un espacio propio, de una habitación como reclamaba Virginia Woolf. Esos momentos en los que Louise necesita ausentarse de su casa para resolver un par de dudas que no le dejan vivir, y en los que debe realizar todo tipo de malabarismos para lograrlo.

    «Solo cuando hubo estado de acuerdo con la proposición y hubo colgado el aparato, empezó a enfrentarse a la cuestión de cómo podría salir de su casa a las cuatro de la tarde, sin tener a nadie que cuidara de los niños, sin tener el té listo y sin tener una idea de lo que iba a cocinar para la cena a su regreso.»

    Horas antes del alba, página 163

    Ser prisionera de tus propias circunstancias, no tener tiempo ya no solo para ti, sino para solucionar cuestiones domésticas que involucran a toda la familia. Una situación de la que no cuesta imaginar que muchas mujeres tratasen de huir al poseer independencia económica y una vida social. Porque una cosa es ser madre, y otra no ser nada más que eso.

    Celia Fremlin

    Denuncia social

    Es curioso cómo este tipo de tramas nunca las encontramos como uno de los ejemplos de novela negra social. Una vez que se atraviesa el umbral de un domicilio, los problemas pasan al ámbito privado, y airearlos resulta, incluso, de mal gusto.

    «Hablar de los hijos propios no es permisible, socialmente hablando.»

    Horas antes del alba, página 35

    Las mujeres debían ocuparse de la economía familiar, de las compras de alimentos y ropa de los hijos, hacer la colada, planchar, limpiar la casa, cocinar (decidiendo también menús y tipos de alimentos). Hacer de enfermeras, de madres y esposas, siempre con una sonrisa. Sin demostrar cansancio ni quejarse. Mostrándose agradecidas. Sin tiempo para descansar, ni para socializar. Tratando tan solo con sus hijos y con su marido durante años. Y todo eso sin volverse locas.

    Esa situación que está tan normalizada (por suerte cada vez menos) nunca se ha considerado motivo de denuncia en la literatura de género. Solo afecta a las mujeres que todo el sustento familiar recaiga sobre sus hombros. Es algo natural que viene con el sexo, al parecer. Y a muchos hombres incluso les incomoda que se expongan estos temas de forma tan descarnada. Supongo que porque se sienten interpelados. Y nadie se siente interpelado por algo que no considera que gire en torno a él.

    Calidad narrativa

    A pesar de que todos los temas que toca esta novela (uno de ellos es fundamental, pero no puedo hablar de él para no caer en spoilers) lo que destaca por encima de todo es la calidad de la prosa de Fremlin. Aunque escoge una tercera persona para contar todo lo que vive Louise en esta historia, todo el rato sientes que estás dentro de su mente. Que la comprendes y empatizas con ella. Y sientes ganas de ir a darle un abrazo.

    La construcción de personajes es excepcional, y creo que destaca por encima de todo el retrato. El momento en el que Louise dialoga con ellas para descubrir el juego del espionaje (un elemento fundamental de la trama) es soberbio. Refleja de un modo brillante tanto la forma de expresarse de las niñas como la forma en que su madre es capaz de extraer de ellas la información que necesita.

    En definitiva, «Horas antes del alba» es una obra excepcional. El desarrollo de la trama, la elaboración de los personajes y el dominio del suspense son sublimes. La confusión que siente Louise en algunos momentos del libro consigue sentirla el lector. Y el contexto social que se esconde tras este trabajo es el broche de oro para considerarla una de las mejores novelas de género negro de los años 50.

  • Misterio en Londres, de Mary Kelly (1958) #BrettNightingale3

    Misterio en Londres, de Mary Kelly (1958) #BrettNightingale3

    Un robo más un probable asesinato

    Un 22 de diciembre, la princesa rusa Olga Karukhina aparece muerta en su cama. Aún está por determinar si ha sido por muerte natural (la mujer había soplado ya unas cuantas velas en su vida) o si ha sido un asesinato. Quien ha dado el aviso a la policía es la vecina, la señora Minelli. Esta tenía buena relación con la princesa, ya que la pobre hacía años que no salía de casa y era quien se ocupaba de subirle la compra.

    No vivía sola, sino con su nieto Ivan, que al parecer descubrió el cadáver y salió corriendo de la vivienda, dejando la puerta abierta de la habitación; algo que alertó a la señora Minelli. El caso se le asigna al inspector jefe Brett Nightingale, que acude al domicilio junto a su compañero Beddoes. Todo apunta a que se ha efectuado un robo y no sería descabellado conectarlo con otros robos que han sucedido en fecha reciente. Este es el arranque de «Misterio en Londres» de Mary Kelly, tercera entrega de la serie de su protagonista Nightingale.

    Mary Kelly

    Faberge

    Aunque no hay ninguna prueba que apunte a la culpabilidad del nieto de la princesa, que abandonase el edificio de un modo tan extraño da que pensar a la policía. Tal vez él ha entrado en shock por tratarse de la única familia que tiene en Londres, pero raro por lo menos sí que es.

    El título en inglés nos da muchas más pistas sobre el robo, y es que este es «The Christmas Egg», es decir, «El huevo de Navidad». Dentro de un baúl que Olga atesoraba en su habitación, y que era uno de los motivos por los que no salía nunca de allí, albergaba una colección de joyas de un valor inestimable. Y la joya de la corona era un huevo blanco de Faberge que un perista por lo visto llegó a poder admirar.

    El perista en cuestión, Majendie, revelará a Nightingale algunos de los tesoros que se escondían en ese baúl. Tantos y de tal valor que bien se podría asesinar por ellos. Algo que hará que salten todas las alertas de Nightingale será un descuento que se le aplica en la tienda de Majendie (se acerca Navidad, no tiene regalo para su mujer, y justo acaba de estropear un broche al que tenía mucho cariño). Nuestro protagonista teme que esa rebaja pueda llevarle en un futuro a un mala situación y se convertirá en su sombra.

    Fotos de las luces de Navidad de Oxford Street de Londres en 2017

    En Navidad

    La novela transcurre a lo largo de los días 22, 23 y 24 de diciembre. No podría ser más adecuada para leer en fechas navideñas. Y para rematar la jugada, la autora nos introduce en una persecución en plena ventisca que nos hará agarrar una manta mientras la leemos. Lo que empieza siendo una investigación policíaca reposada y tranquila por las calles de Londres se tornará en una especie de thriller en la nieve en los bosques de Kent. Coches averiados, personas perdidas, maletines ocultos bajo tierra y hasta un helicóptero.

    «Abandonó la cabina empañada y salió a la calle. El intenso frío no neutralizaba las emanaciones de ‘fish and chips’ y vinagre procedentes de los locales que poblaban la calle, pero servía para realzar los contenidos de temporada de los escaparates: mandarinas, frutos secos, abetos, cajas de elaboradas galletitas, e hileras y más hileras de pavos bridados, iluminados por un cadavérico resplandor fluorescente.

    Misterio en Londres, página 41

    Una novela de personajes

    A pesar de que la autora no nos cuenta demasiado del protagonista, es con quien más tiempo pasamos a lo largo de la novela. Sabemos que está casado con Christina, cantante de ópera que está en un período de descanso para cuidarse; aunque empieza a cansarse de no hacer nada. No llegamos a conocer su aspecto físico, pero sí que estamos ante un personaje amable.

    Uno de los secundarios que diría que destaca por encima del resto es Stephanie Cole. Trabaja en la tienda del perista, y acude a casa de Nightingale con la excusa de llevarle un guante que se le perdió en su visita. No tardamos en ver su desilusión al descubrir que está casado, y mantienen una conversación durante un montón de páginas que es crucial para el caso.

    Bosque de Kent

    Mary Kelly

    Por lo que podemos ver a través de esta novela, Kelly no tenía prisa en desarrollar la trama. La parte más emocionante se concentra en el último tercio del libro, y sin embargo para mí no ha sido la más interesante. Da espacio a los diálogos, a las conversaciones entre los personajes. No tiene miedo a aburrir a sus lectores porque sabe a la perfección cómo conseguir que esos fragmentos aporten un valor a la historia y lo hace con una prosa cuidada.

    Hace que sus lectores recorran las calles de Londres. Y aquí introduce un elemento de esos que ya sabéis que tanto me gustan: la ambientación histórica. Aún hay edificios derruidos por los bombardeos de la II Guerra Mundial, y que una muchacha se siente cada día en unas de esas ruinas es una de esas imágenes que no es fácil olvidar.

    «Una joven rubia peinada con una cola de caballo y con un abrigo amarillo, sentada al sol en un área bombardeada junto a una tienda durante la hora del almuerzo; una bandeja de terciopelo salpicado de purpurina en un escaparate y una mujer contemplándolo de espaldas a él, con el pelo moreno enroscado en un moño, Christina, su esposa, antes de serlo; la joven, con el pelo rubio trenzado alrededor del rostro, vista desde el otro lado de la calle, inclinándose en el interior de ese mismo escaparate para sacar un delicado objeto.»

    Misterio en Londres, página 33

    Estamos ante una obra con una trama atípica, porque lo que empieza como una investigación por robo terminará siendo una persecución y una lucha por salir con vida de esta. De lo urbano a lo rural. De lo reposado a lo frenético. De los diálogos a la acción. En definitiva, es una novela recomendable por su historia, pero sobre todo por la capacidad descriptiva y evocadora de su narradora. Una autora para descubrir y seguir leyendo.

    Título: Misterio en Londres (The Christmas Egg)
    Autora: Mary Kelly
    Editorial: Duomo (2023)
    Año de publicación: 1958
    ISBN: 9878419521118
    Número de páginas: 320
  • Muerte en el cepo, de Georgette Heyer (1935) #InspectoresHannasyde&Hemingway2

    Muerte en el cepo, de Georgette Heyer (1935) #InspectoresHannasyde&Hemingway2

    Un cuerpo a un cepo pegado

    Una tranquila noche, en el pueblo de Ashleigh Green, aparece un cadáver en medio del parque. En un primer momento, el agente que lo encuentra cree que se trata de un borracho. Se halla en una extraña postura: con los pies atrapados en un cepo, sentado, con el cuerpo inclinado hacia delante y la cabeza sobre el pecho. Viste de etiqueta, por lo que es resulta llamativo que se encuentre en esta tesitura. Sin embargo, una vez que se acerca, puede comprobar que una daga sobresale de su omóplato. Este es el punto de partida de Muerte en el cepo, de Georgette Heyer.

    Debido a que estamos en un lugar pequeño, la identificación del individuo resulta inmediata. Sabemos al momento que estamos ante Arnold Vereker, un hombre adinerado que pasa en su casa de Ashleigh Green los fines de semana. Se sabe que suele pasar ese tiempo con amigas, y de entrada alguna de ellas podría ser la principal sospechosa.

    Pero da la casualidad de que su hermanastra Tony no solo ha pasado la noche en el pueblo, sino directamente en su casa. La relación entre ambos no era precisamente cordial. Tony ha acudido en su busca para cantarle las cuarenta por una carta que Arnold le envió esa misma mañana. Muchas casualidades para una sola noche.

    Georgette Heyer

    Sátira del género

    Hasta aquí podríamos decir, «pues vale, otra novela clásica de misterio con asesinato de uno de los miembros de la familia». Pero no van los tiros por ahí.

    ¿Tenemos a dos policías que investigan el caso? Sí. ¿Tenemos una suculenta herencia por la que (casi) cualquiera se jugaría el pellejo? Sí. Pero la magia reside no tanto en el argumento como en los personajes. Destacan sobre todos ellos Tony y su hermano Kenneth. No solo no tienen miedo ni de los interrogatorios y las posibles acusaciones de la policía, sino que apuestan entre sí sobre quién de los dos ha sido. Cada uno de ellos afirma que, en caso de que se descubra quién es el criminal, será imposible de probar.

    Ninguno de los dos soportaba a Arnold. Es casi una alegría la noticia de su muerte. Y no tienen el más mínimo reparo en afirmar abiertamente su opinión. No esperéis sutileza en el mundo de los hermanos Vereker: ni la tienen ni se la espera. Ese típico respeto por las fuerzas de la ley, el temor que a algunos les provocan los cadáveres, el pánico por ser condenados por un crimen que no han cometido (algo frecuente y normal en las novelas policíacas), aquí no aparece.

    «Mi prometida dice que la coartada es tan mala que ha de creérsela a la fuerza. Ella lo sabrá mejor que nadie. Se lee unas siete novelas de detectives a la semana, así que está muy informada sobre el mundo del delito.»

    Muerte en el cepo, Georgette Heyer, página 85

    Clases sociales

    Hay autoras como Margery Allingham que introduce una crítica nada velada a los prejuicios de clase. Georgette Heyer lo lleva al extremo escogiendo a protagonistas en apariencia frívolos. Kenneth tiene problemas económicos, pero por llevar una vida demasiado acomodada. Tiene deudas, algo que no le afecta en exceso debido a que su familia sí que tiene dinero: sabe que tarde o temprano ese patrimonio caerá en sus manos.

    A pesar de esa aparente volubilidad, en el fondo lo único que quieren es vivir la vida sin ataduras ni responsabilidades. Algo que, lo reconozcamos o no, es el sueño de cualquiera. No les importa tener o no dinero y propiedades: lo que quieren es no tener que preocuparse por esas cosas. El caramelo que supone la herencia de Arnold no les atrae tanto por la cantidad como por la libertad que les puede llegar a proporcionar.

    Ashley Green

    Autora prolífica

    Georgette Heyer no alcanzó el éxito gracias a sus novelas policíacas, sino por las románticas históricas. Se especializó en la época de regencia, y el nivel de detalle al que llegaban sus descripciones sobre costumbres, vestimenta y convenciones sociales las convirtieron en una magnífica herramienta para adentrarse en esa época.

    Estas obras triunfaron especialmente durante la Gran Depresión y la IIGM. Eran historias de evasión que servían a sus lectores para evadirse de la crudeza de su realidad. Sus ventas eran astronómicas, y llegó a alcanzar los 500 000 ejemplares en sus versiones en tapa blanda.

    La serie de los Inspectores Hannasyde y Hemingway, de la que esta es la primera entrega, se compone de ocho novelas (no os fiéis de lo que se indica en el propio libro en castellano, este es el primero de la serie).

    Conclusión

    Había oído maravillas de las novelas policíacas de Georgette Heyer, pero me he encontrado algo a otro nivel. Muerte en el cepo es una novela plagada de diálogos muy divertidos, personajes sólidos y bien perfilados y una trama que te engancha desde el primer capítulo. La voz que consigue otorgarles a cada uno de ellos les llena de personalidad y carácter.

    Es cierto que el cierre tiene algunos elementos que están cogidos con pinzas (se argumenta, pero podrían desmontarse ciertos aspectos fácilmente). Pero si os pasa como a mí, que una conclusión que no es del todo perfecta no me ensombrece el desarrollo, este libro es para vosotros. Una auténtica delicia.

    Título: Muerte en el cepo
    Autora: Georgette Heyer
    Traductor: Gema Moral Bartolomé
    Editorial: Salamandra (2008)
    Año de publicación: 1935
    ISBN: 9788498381924
    Número de páginas: 279
  • Los secretos de Oxford, de Dorothy L. Sayers (1935) #LordPeterWimsey10

    Los secretos de Oxford, de Dorothy L. Sayers (1935) #LordPeterWimsey10

    Reunión de antiguas alumnas

    Harriet Vane se traslada a Oxford para acudir a una reunión de antiguos alumnos. A pesar de que no ha querido asistir nunca, se sorprende de lo grato que es el reencuentro con antiguas compañeras y profesoras. Pero al final de la noche encontrará un dibujo de lo más ofensivo, y una nota siniestra en la manga de su toga. Esta es la premisa de Los secretos de Oxford de Dorothy L. Sayers, décima entrega de la serie de Peter Wimsey.

    Estamos ante una novela atípica dentro del género y dentro de la trayectoria de la escritora. El caso a investigar, al menos en un comienzo, consiste en una serie de amenazas y de actos vandálicos. Se desconoce si provienen de una alumna, de una criada o de alguna de las profesoras. Todas y cada una de ellas son sospechosas. Para este libro, Sayers se inventó una universidad completa para mujeres en la universidad de Oxford. Ya sabéis que a veces es necesario que la ficción se adelante a la realidad para que podamos visualizar que determinadas acciones, lugares o situaciones se puedan materializar.

    «…cuando un hombre antepone su vida pública a su vida privada, produce menos indignación que cuando una mujer hace otro tanto, porque las mujeres, por la educación que han recibido, están más acostumbradas que los hombres a ser relegadas.»

    Los secretos de Oxfords, Dorothy L. Sayers, página 236

    Universidad de Oxford

    A poco que investiguemos un poco, podremos descubrir que se desconoce la fecha de inicio de la actividad de la universidad de Oxford. Pero vamos, que se sabe que allí se realizaban ya estudios en 1096 (sí, no me he confundido de año).

    Las primeras universidades para mujeres, Lady Margaret Hall y Somerville College, se fundaron en 1878 y las primeras alumnas fueron admitidas un año después. Y aunque cinco años después empezaron a hacer exámenes, hasta 1920 no se concedieron títulos femeninos. Las universidades para mujeres recibieron el estatus universitario completo solo en 1959, y el estudio conjunto se convirtió solo en 1974. En 2018 las alumnas ya superaban en número a los alumnos en cuanto a estudiantes matriculados. (fuente: https://poradnuk.com.ua/es/universidad-de-oxford.htm)

    Universidad de Oxford

    Novela atípica

    El caso es que, como os decía, es una obra atípica como novela de misterio. Todos sabemos lo encorsetados que eran este tipo de libros en la Golden Age, con unas reglas muy marcadas y una estructura que se repetía (con algunas variaciones, por supuesto). Aquí estamos ante una historia en la que la investigación de los delitos irá cobrando peso con el paso de las páginas.

    La búsqueda de conclusiones se convertirá en el hilo conductor del libro tan solo cerca del final, algo que dentro de una novela policíaca es algo muy poco común. La recolección y el análisis de las pistas se mantienen de manera constante durante todos los capítulos, pero como un elemento casi hasta secundario.

    «Todas las mujeres son sensibles a la crítica masculina, mientras que los hombres no lo son a la crítica femenina. Desprecian a las mujeres críticas.»

    Los secretos de Oxford, Dorothy L. Sayers, página 85

    Tratado feminista

    Lo que sí parece ser, en realidad, es un tratado para analizar el rol de las mujeres en la sociedad. Harriet Vane lleva varias novelas rechazando las proposiciones de matrimonio de Peter Wimsey. Él no parece cansarse, ya se lo toma como un juego: una vez al trimestre le deja caer la pregunta.

    Pero Harriet no deja de tener mil dudas que no consigue resolver. No quiere supeditarse a una pareja, no siente deseos de tener que cuidar de su marido, ni de cocinarle, ni de limpiar su casa. Por suerte, Wimsey tiene mucho dinero, y muchas de esas preocupaciones en realidad no son tales. Pero como escritora de éxito se niega a ser una actriz secundaria de su vida. Y no será hasta que descubra que Peter la considera como una igual a él que empiece a darse cuenta de que el matrimonio puede tener cabida en su vida.

    Mujeres en la universidad de Oxford

    Modernidad

    Estamos ante una obra de una modernidad en las cuestiones que plantea que abruma. Sayers introduce personajes con todo tipo de visiones. De este modo, algunos serán modernos y feministas. Pero también los habrá que afirmen que las mujeres están robándole el trabajo y el sustento a los hombres con ese empeño de querer ganarse la vida por sí mismas. Las teorías no son para nada unidireccionales, algo que hace que las reflexiones sean mucho más interesantes por el debate que se genera.

    «…la norma que parecía imperar consistía en que una gran mujer debía morir soltera, algo que a la señorita Schuster-Slatt le disgustaba, o encontrar a un hombre aún más grande que se casara con ella. Y eso limitaba tremendamente la capacidad de elección de una gran mujer, ya que, a pesar de que abundan los grandes hombres, el mundo estaba más poblado de hombres normales y corrientes. Por otra parte, un gran hombre podía casarse con quien quisiera, sin limitarse a las grandes mujeres; es más, se consideraba encomiable y encantador que escogiese a una mujer sin la menor grandeza.»

    Los secretos de Oxford, Dorothy L. Sayers, página 83

    ¿Y dónde entra Peter Wimsey en todo esto? Porque debemos recordar que es una novela de la serie de este personaje. Pues entra de vez en cuando y sobre todo al final para resolver el caso. Sayers sabía que debía dejar el protagonismo de esta parte a su detective profesional, del mismo modo que no tenía sentido una mayor presencia en las disquisiciones sobre teorías feministas.

    Conclusión

    Es extraño. En la primera versión de esta reseña os confesaba que, a pesar de que la novela me había encantado, se me había hecho un poco larga. Es cierto que en el momento que un libro sobrepasa las 400 páginas, yo ya lo miro con recelo. La experiencia de todos estos años de lectura me ha demostrado que muy pocos libros de tantas páginas no tienen paja en alguna parte.

    Este la tiene. Sin embargo, una vez pasado el trago de ver que no llegaba al punto final, con el paso de los días veo que me ha gustado incluso más de lo que había pensado en un primer momento. Estamos ante una novela excelente. Única. Diferente. Esta es uno de esos gloriosos casos en que el gancho de un misterio sirve para introducir un montón de cuestiones que (seguramente) los lectores de la época no habrían leído de otro modo.

    Creo que es una de esas historias que han envejecido de maravilla con el paso de los años, y que seguro que se disfruta más ahora que cuando se publicó. Tenemos ante nuestras manos el testimonio de una forma de sentir y de pensar, una herramienta histórica que refleja la mentalidad feminista del momento.

    Título: Los secretos de Oxford
    Autora: Dorothy L. Sayers
    Traductora: Flora Casas
    Editorial: Lumen (2009)
    Año de publicación: 1935
    ISBN:9788426417008
    Número de páginas:600
    
  • Letty Lynton, de Marie Belloc Lowndes (1931)

    Letty Lynton, de Marie Belloc Lowndes (1931)

    Una joven queriendo ser joven

    Letty Lynton tiene 18 años y es hija de un millonario. Está en esa etapa de la vida en la que todos los jóvenes de la zona tratan de conquistarla. Tanto por su belleza como sobre todo por su estatus: quien consiga casarse con ella no volverá a tener problemas económicos. Letty de momento no se preocupa de esas cosas: es joven y quiere divertirse. Y aunque los que la pretenden intentan que se comprometa con ellos, ella tan solo quiere experimentar y disfrutar. Este sería el perfil, a grandes rasgos, de la protagonista de «Letty Lynton» de Marie Belloc Lowndes.

    Y puntualizo lo de a grandes rasgos, porque estamos ante una obra de Marie Belloc Lowndes. Una de las peculiaridades de la autora es la de su construcción de personajes. Consigue dotarles de tal cantidad de matices que puedes llegar a imaginar cómo van a reaccionar en una u otra situación.

    Desde el arranque de la novela, Letty está a punto de comprometerse con alguien que no es del gusto de su familia. Debido a ello, cortan este romance de raíz, y le insisten a la joven que debe tener cuidado de con quién se relaciona. Su reputación es algo muy valioso, y no puede dejarse ver con cualquiera.

    Con este mensaje en su mente, Letty conoce a un joven extranjero que no tarda en cortejarla y en tratarla como a una princesa. Él afirma provenir de una familia poderosa, y ella confía en sus palabras. Pero los lectores podremos ver que estamos ante un timador que en realidad lo que quiere es acceder a su fortuna.

    Marie Belloc Lowndes

    Relaciones tóxicas

    Siento curiosidad por saber cómo se leyó esta novela en 1931. Estamos ante una relación tóxica de manual. El joven es controlador y se pasa la vida reclamándole cosas a Letty. Ella parece ver solo una de sus caras en un comienzo, pero cuando comienza a exigir que le presente a su familia ella empieza a cansarse de él.

    El clímax de la novela tarda en llegar. Lowndes no tiene prisa y quiere que conozcamos bien a su protagonista. El cotequeo y la ida y vuelta de las cartas al principio resultan agotadores, pero no tardaremos en engancharnos a esta relación porque todo huele a que no va a terminar bien.

    Letty es una joven liberal. No tiene problemas en besuquearse y achucharse con unos y con otros (existe a veces la duda de si llegan más lejos, pero parece quedar claro que no). Pero es que estamos en 1931. Y ante un personaje de clase alta, que solían ser mucho más anticuados para este tipo de asuntos. La virtud (entendida como castidad) era algo prácticamente sagrado en aquellos momentos, y un escándalo de estas características podía arruinar la reputación de una mujer soltera.

    Un crimen real

    La historia de «Letty Lynton» esta inspirada en el caso real de Madeleine Smith. Un crimen real que no solo influyó en esta historia sino también en muchas otras más. Madeleine nació en 1835 y fue llevada a juicio por un crimen que supuso toda una revolución mediática en la época. Uno de los elementos clave del caso fueron las cartas que intercambiaron Madeleine y el joven que la cortejaba, y que fueron utilizadas en el juicio como prueba. Las fechas de las mismas, que no siempre fueron fáciles de probar, fueron fundamentales para determinar el veredicto del jurado.

    Joan Crawford como Letty Linton en la adaptación de 1932

    Académicos y criminólogos aficionados han pasado décadas analizando los detalles del caso. Su personaje fue uno de los destacados durante décadas en la Cámara de los Horrores del Museo de Cera de Edimburgo. Multitud de novelas se han inspirado en este caso, y cuenta con adaptaciones radiofónicas y un buen número de películas.

    Si tenéis interés en leer esta novela en algún momento, mi consejo es que no investiguéis sobre Madeleine. Aunque «Letty Linton» resulta tan fascinante que ni sabiendo el final del caso real se enturbiaría la lectura de la novela.

    Conclusión

    Al igual que hizo con «El huésped», Lowndes parte de una historia real para construir una trama de ficción. La modernidad de la protagonista resulta deslumbrante. La elaboración de su perfil psicológico —la capacidad de la autora de insuflarle alma al personaje— es uno de los elementos más destacables de la novela. A pesar de los aires de melodrama del comienzo, la historia se tornará más y más oscura. El broche es el cierre de la novela, un momento desolador que da buena cuenta de la situación de las mujeres en la época. Una novela que ojalá alguien se anime a reeditar con una buena traducción y un prólogo que ponga en contexto su gran relevancia.

    Título: Letty Lynton (Letty Lynton)
    Autora: Marie Belloc Lowndes
    Traductor: M. W. B.
    Editorial: Panorama Literario (1948)
    Fecha de publicación: 1931
    Número de páginas: 237
  • El hombre en la cola, de Josephine Tey (1929) #AlanGrant1

    El hombre en la cola, de Josephine Tey (1929) #AlanGrant1

    Noche de espectáculo

    Marzo, entre las siete y las ocho de la tarde. Las calles de Londres están abarrotadas, y las colas de acceso a los teatros empiezan a resultar imposibles. Todo el mundo se apelotona para conseguir una entrada, a poder ser sentados. Las aceras están tan llenas de gente que si una persona se desmayase no caería al suelo.

    Y eso es justo lo que sucede. En una de esas multitudes, de repente alguien se desploma. La mujer que acude a en su ayuda chilla horrorizada, tres veces. Al acercarse ha visto que una daga sobresale de su abrigo. No se ha desvanecido, ha sido asesinado. Esta es la premisa de partida de «El hombre en la cola» de Josephine Tey, primera entrega de la serie de Alant Grant.

    Gente pasando por el Teatro Astoria en Charing Cross Road, Westminster, Londres, a principios de la década de 1930.

    Trama compleja

    Si esta premisa de arranque os sugiere que nos encontramos frente una novela urbana que transcurre en las calles londinenses, no podríais estar más alejados de la realidad. «El hombre en la cola» rompe moldes y se sitúa entre la urbe y la campiña inglesa. Junto a Alan Grant cogeremos trenes, tranvías e incluso barcos.

    La investigación arrancará en el centro de la ciudad, pero no tardará en alejarse tanto que el propio Grant deberá hacerse pasar por un pescador. Se adentrará en parajes inhóspitos poniendo en riesgo su integridad. Y todo ello por tratar de conseguir que no se le escape uno de los principales sospechosos.

    Desde luego, estamos ante una obra con la que viajaremos y descubriremos todo tipo de paisajes y personajes. Un magnífico viaje de la mano de Josephine Tey.

    Una primera novela

    «El hombre en la cola» es la primera obra de ficción de Josephine Tey. A pesar de la época en la que fue escrita, Tey tenía claro que prefería darle más importancia a la investigación que a la resolución del caso. De la mano de Alan Grant, analiza los indicios, sigue una por una todas las pistas, interroga a los sospechosos y extrae conclusiones.

    Más de uno podía afirmar que es un libro tramposo en el sentido de que resulta imposible resolver el puzzle como lectores. Pero no es tanto así como que la autora le da mayor peso al desarrollo de la historia que al cierre de la misma. No va dejando miguitas en el camino para que podamos dar con el culpable: lo que interesa es presentarnos a su protagonista y que disfrutemos del viaje sin presiones.

    Presentación de Alant Grant

    Uno de los puntos fuertes resulta conocer a Alant Grant y ver que, a pesar de que es un buen detective, se equivoca como cualquier persona y en ocasiones sigue pistas y caminos en su trabajo que no le llevan a buen puerto. Desconfíen de esos detectives que lo resuelven todo a la primera, nadie es tan listo.

    «Hacía algunos años Grant había recibido una herencia considerable, lo bastante generosa como para retirarse y no hacer nada durante el resto de sus días si hubiera deseado tal cosa. Pero Grant amaba lo que hacía, incluso cuando se lamentaba y decía que tenía un trabajo de perros, de modo que había dedicado su legado a hacer su existencia más cómoda, al tiempo que trataba de poner un poco de luz en los lugares más siniestros de su vida y la de aquellos que lo rodeaban.»

    El hombre en la cola, Josephine Tey, página 57

    En más de un punto de la novela, Grant acepta sus errores y admite qué líneas de investigación no había cubierto como debería. De todos modos, consigue resolver el caso, pero reconoce que le atormenta haber perdido tanto tiempo en indicios que tan solo le sirvieron para descartar sospechosos. Algo que le honra pero que, al menos yo, no considero innecesario: si no analizas bien cada hilo del que tirar, siempre quedará la duda de si habían más elementos a investigar por esa parte.

    Atmósfera de las calles de Londres

    Creadora de atmósferas

    Una de las cosas que más me han fascinado de esta novela es cómo Tey es capaz de describir la atmósfera londinense de la época. Desde el arranque, con esas calles atestadas de personas que tratan de acceder a un teatro, hasta las nubes, la humedad o la lluvia de las zonas más apartadas de la ciudad. La importancia de los tranvías, el deleite que le supone su desayuno matutino, un atardecer que de repente hace que el tiempo se detenga. Grant se toma unos segundos para deleitarse con estos aspectos, y que de este modo nos introduzcamos aún más en el Londres de 1929.

    «Una hora más tarde Grant estaba almorzando en el campo. Hacía un día gris y húmedo, pero el aire de la campiña olía a limpio y fresco, a cosas que crecen, y la llovizna que había transformado la ciudad en un horror mugriento había quedado atrás.»

    El hombre en la cola, Josephine Tey, página 114

    Conclusión

    Aunque Josephine Tey tiene libros mejores (que podemos disfrutar en castellano gracias al trabajo de Hoja de Lata), estamos ante una gran primera novela. La trama de arranque es original y diferente, y la búsqueda de la identidad de la víctima quizá se alargue en exceso, pero no resulta pesada. Que Tey nos saque de las calles de la ciudad y convierta una historia urbana en una rural en un parpadeo, diría que es uno de los puntos fuertes de libro. Una obra imprescindible para amantes del personaje de Alan Grant y del misterio más clásico.

    Título: El hombre en la cola (The man in the queue)
    Autora: Josephine Tey
    Traductor: Pablo González-Nuevo
    Editorial: Hoja de Lata (2022)
    Año de publicación: 1929
    ISBN: 9788418918124
    Número de páginas: 312
  • Muerte de un fantasma, de Margery Allingham (1934) #AlbertCampion6

    Muerte de un fantasma, de Margery Allingham (1934) #AlbertCampion6

    La ambición de un artista

    John Sebastian Lafcadio es uno de los más grandes pintores de la época eduardiana (período que comprende desde 1901 a 1910). Su ambición no tiene medida, y sus ganas de que su nombre no sea olvidado, tampoco. Por ello, idea un juego de la mano de su mujer Belle por el cual dejará pintados una docena de cuadros que irán saliendo a la luz a razón de uno por año tras el día de su fallecimiento. Esta anécdota es tan solo el arranque de una de las mejores novelas de una de las damas de la edad de oro de la novela de detectives inglesa: Muerte de un fantasma.

    Ya sabréis que Margery Allingham está considerada como una de las grandes de la novela de detección clásica gracias a su serie protagonizada por Albert Campion, un detective con una posición acomodada que no necesita trabajar para vivir. Tal vez por eso se lance a resolver misterios cuando se le insta a ello. Uno de los puntos fuertes de sus novelas es la confrontación de clases sociales que suele incluir, y sus increíbles protagonistas femeninas; personajes con mucho más carácter e interés que los masculinos.

    Margery Allingham

    Novela enigma

    No tardaremos en tener a nuestro primer muerto en escena: Tommy Dacre. Un artista al que alguien, aprovechando un apagón en medio de una fiesta, le clava unas extravagantes tijeras en el pecho. Todas las sospechas recaen de forma automática en su pareja, Linda (nieta del gran Lafcadio). Los motivos son claros. Y es que su querido Tommy ha regresado a Londres con una joven a la que ha convertido en su esposa para que pudiese residir en el país como modelo para sus obras. Esto, sumado a que no dejan de acusar a la pobre mujer de sufrir de histeria, son el caldo de cultivo ideal para que todas las miradas se posen sobre ella.

    A medida que avanzamos en la lectura de la novela descubriremos que este crimen es tan solo una de las piezas del enorme puzzle que nos despliega Alligham para que su detective Albert Campion pueda llevar a cabo la investigación de la mano del inspector Stanislaus Oates. Todo el entramado que construye en torno a la figura de Lafcadio, el tráfico de arte, las falsificaciones y el negocio que implica es sorprendente.

    Y es que cada vez tengo más claro que, dentro de las novelas de misterio clásico, cuanto más se aleje el golpe de efecto inicial de la trama que después tiene verdadero peso, mejor es. Y por el sencillo motivo de que el crimen es un elemento para atrapar al lector (un asesinato enrevesado, con muchos sospechosos o en un lugar de difícil acceso), pero lo que de verdad le interesa al autor es contar todo lo que hay detrás de ese minúscula parte de la historia.

    Un capítulo memorable

    No quiero dejar de destacar dos elementos que me han llamado la atención por encima del resto.

    En primer lugar, la gran cantidad de personajes femeninos que aparecen en la novela. Sí, lo sé, la autora es una mujer. Pero eso nunca es sinónimo de feminismo en las obras. Tenemos de todo: desde piradas que te dejan con la boca abierta al afirmar que son capaces de ver el aura de sus amigas, hasta el personaje de Belle (la mujer de Lafcadio) que es sencillamente delicioso.

    En segundo lugar, el penúltimo capítulo. Sin dar demasiadas pistas, porque es donde se resuelve toda la novela, Allingham describe un estado de intoxicación etílica con una maestría que te deja con la boca abierta. Desde los saltos temporales en la mente del afectado, hasta el empleo de repeticiones y puntos suspensivos en el texto que dan buena cuenta de las dificultades para encadenar ideas por parte de ese personaje. Es uno de esos capítulos que sé que se quedarán grabados en mi retina cuando recuerde esta obra.

    «Contar los arcos. Contar los arcos. Contar los arcos.

    Uno, dos, tres, y tres más, y tres más, y cuatro, y… Uno y dos más y tres y seis… Doce, trece, catorce… Otra vez uno, uno y dos…

    Estiró la mano para poder contar mejor. A lo lejos se oía el ruido producido por el tren.

    Uno y dos y cinco más…Uno…

    Algunas personas lo miraban; unas reían, otras se mostraban nerviosas.

    Un arco otra vez, y dos… Tenía que acercase un poco más…

    El tren rugía ya… más cerca, y más cerca y más cerca…

    Muerte de una fantasma, Margery Allingham, página 285
    Little Venice, lugar donde transcurre gran parte de la trama

    Conclusión

    Hacía años que no leía una novela de la autora. Cuando la Editorial Impedimenta rescató dos de sus obras para su catálogo, me lancé a leerla desde el inicio. Y aunque me gustó, reconozco que no llegó a enamorarme. Tengo algunas de sus novelas pendientes de leer, y hace unas semanas decidí ponerle remedio.

    Me lancé a por esta porque era la que me tocaba de la serie (ya sabéis que lo de seguir un orden en las series es algo que me apasiona y obsesiona a partes iguales). No tenía ni idea de cuál era el argumento, y me ha sorprendido gratamente la ambientación y el desarrollo de la trama. No recordaba ya la complejidad de las novelas de Allingham y la importancia que le da tanto a la exposición de la investigación como al pulido del texto: el estilo está supeditado a la trama, pero no por ello deja de estar cuidado.

    Las tramas relacionadas con el mundo del arte son algo que me atrae como una polilla a la luz. No sé si es debido a mi formación o al planteamiento en sí de las tramas. Pero esta pasa directamente a mi podio de mejores novelas sobre este tipo de historias. Es original, enlaza un montón de ideas y de hilos argumentales y entretiene. Su construcción de personajes es excelente, y es imposible no encariñarte con algunos de ellos.

    Título: Muerte de un fantasma (Death of a ghost)
    Autora: Margery Allingham
    Traductor: Jorge Ferreiro
    Editorial: Novaro (1968)
    Año de publicación: 1934
    Número de páginas: 300
  • Muerte, agente de publicidad, de Dorothy L. Sayers (1933) #LordPeterWimsey8

    Muerte, agente de publicidad, de Dorothy L. Sayers (1933) #LordPeterWimsey8

    Accidente o asesinato.

    Victor Dean fallece debido a un aparatoso accidente en la agencia de publicidad donde trabaja. La escalera de caracol por la que se precipita ya ha sido motivo de más accidentes en el pasado, pero este deja a todo el personal conmocionado. Sin embargo, hay un par de elementos que resultan sospechosos.

    En primer lugar, que el fallecido no soltase de la mano un libro que llevaba sujeto mientras caía: el instinto de supervivencia te lleva a agarrarte a lo que haga falta, y por lo tanto debería haber soltado el libro para tratar de aferrarse a la barandilla. En segundo lugar, que se encuentre en su despacho una nota dirigida para el director de la agencia en la que trata de prevenirle de que algo oscuro e ilegal se está llevando a cabo en sus oficinas. Por lo tanto, ¿ha sido un accidente o alguien acabó con la vida de Victor Dean antes de caer?

    La publicidad es un negocio que no para, por lo que en poco tiempo contratan a Death Bredon para ocupar el lugar de Victor. No tardaremos en sospechar que detrás del nombre de Bredon quien se oculta en realidad es Lord Peter Wimsey. A través de su trabajo en la agencia, intentará sonsacar información de unos y de otros para descubrir qué se esconde tras la muerte de Dean.

    Dorothy L Sayers
    Dorothy L. Sayers

    La mejor novela de Lord Peter Wimsey.

    Quienes me seguís por redes ya me habréis oído (o leído) afirmar que no debemos fiarnos jamás del canon literario. Que tenemos cuestionar las listas de las ‘100 mejores novelas de misterio de la historia’ o de la aparición de tal autor en lugar de tal otro. Esta novela es una buena prueba de ello.

    La lógica debería decirnos que las novelas de Lord Peter Wimsey que son más destacables son aquellas que Lumen rescató en su día. Si una editorial rescata seis de las once obras de una serie, lo lógico es pensar que ha escogido las mejores. Sobre gustos no hay nada escrito, y está claro que porque yo opine que esta es mejor que alguna de las escogidas no significa que lo sea. Pero hay una cadena de elementos que me llevan a considerar esta historia como una de las más sobresalientes de la serie.

    Tres factores destacables.

    En primer lugar, su carácter más urbano que rural. Estamos ya en 1933. El hardboiled está en pleno despegue, y las novelas más urbanas empiezan a pegar fuerte en Estados Unidos. Eso la convierte en una historia mucho más moderna y fruto de su tiempo. Además, Wimsey en esta ocasión no se mueve tanto en un ambiente aristocrático como entre personas trabajadoras muy alejadas de ese prototipo de persona con suficientes medios para no necesitar trabajar.

    En segundo lugar, la ambientación y la trama. La publicidad y sus recovecos son un elemento propio del siglo XX; las publicaciones periódicas, las vallas y los carteles en el transporte público. Además, la denuncia no tan velada que realiza la autora de los engaños que las agencias de publicidad llevan a cabo de forma repetida con los potenciales consumidores es brillante.

    En tercer lugar, la aparición de una subtrama relacionada con el tráfico de drogas. No estamos tan lejos de las novelas de Sherlock Holmes en las que su protagonista afirmaba sin ningún tipo de pudor ser consumidor de opiaceos. En esta novela vemos un enfoque muy diferente, en el que el consumo de este tipo de sustancias está peor visto y mucho más condenado socialmente.

    ‘You mean a woman can open it?’. Anuncio de Alcoa Aluminum respecto a su nuevo tapón giratorio en 1953.

    Mystery books frente a hardboiled books.

    Es más que probable que todos aquellos que amáis la parte más clásica de Dorothy L. Sayers, esos misterios ocurridos en caserones o en medio de la campiña inglesa, estéis en completo desacuerdo conmigo. Lo sé. Y con todos estos argumentos no estoy defendiendo el hardboiled por encima del género de misterio. Ni mucho menos. Hay grandísimas novelas de las dos vertientes y no considero que una sea mejor que la otra.

    Las novelas de Sayers son perfectas para aquellos que buscan novelas más atemporales. Sí, reflejan un momento concreto y un tipo de sociedad concreta, pero no se centran tanto en la actualidad como otras (aunque el retrato de algunos personajes tras la I Guerra Mundial son dignos de estudio). Sin embargo, esta tiene el encanto de contarnos un momento concreto y un entorno específico.

    Tal vez que sea tan distinta (en algunos elementos) a las otras de la serie ha sido lo que me ha hecho disfrutar tanto de ella. Que las novelas de una serie se parezcan mucho entre sí no es algo negativo. Pero cuando alguna rompe un poco los moldes, suele verse como un soplo de aire fresco para el desarrollo del personaje y de su trayectoria.

    En cualquier caso, rara vez he visto esta novela entre la lista de las mejores de Sayers, algo con lo que no estoy en absoluto de acuerdo. Creo que el ritmo es mucho mejor que otras de la autora, que la trama no se ralentiza tanto, y que las historias secundarias están a la altura de la principal. Una gran novela que no deberíais dejar pasar.

    Título: Muerte, agente de publicidad.
    Autora: Dorothy L. Sayers.
    Traductor: J. Mallorquí Figuerola.
    Editorial: Molino (1944).
    Año de publicación: 1933.
    ISBN: 9788427202276.
    Número de páginas: 112.
    
  • El misterio de Cabo Cod, de Phoebe Atwood Taylor (1931) #AseyMayo1

    El misterio de Cabo Cod, de Phoebe Atwood Taylor (1931) #AseyMayo1

    Presentación de personajes

    Prudence Whitsby decide alquilar una casa de verano junto a su sobrina Betsey en Cape Cod. Como son conscientes del calor que hace en la ciudad, deciden invitar a dos amigas (antes de que alguien decida invitarse por su cuenta). Escogen a Dot Cram, una antigua compañera de universidad de Betsey y a Emma Manton, la viuda de un clérigo de Boston. El mosaico de partida lo completará Bill Porter, un amigo de toda la vida de Prudence y Betsey, que suele visitarlas a menudo. Estos son los personajes de arranque en El misterio de Cabo Cod.

    La época estival tiene una pinta estupenda. Si no fuese por uno de los inquilinos de la zona: Dale Sanborn, un autor de gran éxito que no cae precisamente bien al grupo de amigos. Una noche, Prudence anda en busca y captura de su gato Ginger. Sus pasos la guían hasta la cabaña de Sanborn y allí, bajo una manta, encuentra el cadáver del escritor.

    Cape Cod

    Empieza la investigación

    Es cierto que El misterio de cabo Cod no es la mejor novela de misterio del mundo. Pero os aseguro que tiene un montón de componentes destacables para que haya decidido traerla hoy aquí.

    Uno de los elementos que suele destacarse de los primeros hard-boiled era el humor tan ácido, la mordacidad de los textos de autores como Dashiell Hammett. No utilizaban ese tipo de chistes con los que te reirías a carcajadas, pero sí con aquellos de los que dirías «uy, lo que acaba de decir». Cuando son las mujeres las que introducen el humor en las novelas de misterio, se las suele tachar de poco serias, y rara vez se equipara el tipo de ironía de los inicios del género negro empleado por ellas con el que usaban ellos.

    —Bueno, Sullivan, el agente más práctico y conveniente que puede emplearse para un homicidio, ya sea improvisado o premeditado con calculada malicia, es un instrumento romo. Y esto se debe principalmente al hecho de que hay una gran cantidad de instrumentos romos. —Miró de soslayo al sheriff para apreciar si su sarcasmo había llegado a destino; no había llegado, de manera que continuó—. Y a la correspondiente escasez de puñales orientales y venenos sin rastros, procedentes de Sudamérica. [,,,] Por experto que se sea en disparar pistolas, esgrimir un sable o un cuchillo, esos conocimientos serán de poco provecho si uno está enfrentado con la necesidad de elegir entre un número limitado de armas. Entre un florero, digamos, de la dinastía Ming o la pata de un escritorio Luis XV.

    El misterio de cabo Cod, pág. 30

    Fragmentos como estos, con una ironía tan afilada los hay a montones. Algo que le aporta una frescura y una agilidad al texto brutales. Tan solo comentar una cosa más sobre este particular: el crítico Dilys Winn comentó en su día que «La señora Taylor es el equivalente en el mundo del misterio a Buster Keaton«.

    Investigadores de mediana edad

    Es digno de mención quiénes serán los encargados de llevar a cabo la investigación del crimen. Por un lado, estará la indagación oficial y policial. Por otro, se ocuparán de las pesquisas la propia Prue Whitsby y Asey Mayo, un investigador aficionado de unos sesenta años que se mofa de Sherlock Holmes siempre que tiene ocasión.

    —¿El bobo aquel que Sherlock Holmes siempre llevaba consigo? ¡Puf! Lo vi en el cine. Usted no es ningún doctor Watson, Miss Prue. Cuatro ojos ven más que dos, en cualquier día de la semana. Y yo no uso lentes. No, no hay razón para que diga eso, solamente porque yo haya hecho cosas basado en informaciones que usted ignora.

    El misterio de cabo Cod, pag.58

    Dos personajes con una vitalidad y un entusiasmo envidiables. En los años 30 son varias las novelas protagonizadas por detectives aficionados y de avanzada edad, pero lo que no es tan común es que actúen en pareja como sucede aquí. Y menos aún, que sea un duo formado por un hombre y una mujer.

    Phoebe Atwood Taylor

    Elementos absurdos

    Hay una serie de aspectos que entorpecen la acción y que hacen que el balance final pueda no ser del todo favorable. Hay un elemento que destaca por encima de todos ellos: la lata de sardinas. Al aparecer, a Sanborn le causaban tal rechazo las sardinas que no soportaba que nadie las comiese cerca de él. Sin embargo, es hallada una lata vacía bajo la mesa de la estancia donde es localizado el cuerpo. La cantidad de idas y venidas que provoca el dichoso envase en los interrogatorios resulta absurda. Creo que la autora aquí perdió la medida de hasta qué punto un solo aspecto de la trama debía comerse el desarrollo de la investigación.

    Más allá de este elemento y la obsesión por conocer al segundo dónde estaban todos en el momento de cometerse el crimen, el resto de la trama es más que correcta. Te atrapa por los diálogos, y la intriga está lo suficientemente bien conseguida como para mantener el interés hasta la última página.

    Con todo esto, ¿recomendaría este libro? Sí, pero con reservas. Creo que seguiré indagando en las obras de la autora. Al fin y al cabo, esta es su primera novela. Y que en su momento consiguiese vender 5.000 ejemplares nada más ponerse a la venta (en plena depresión) es más que notable. Seguiremos informando.

    Título: El misterio de Cabo Cod (The Cape Cod Mystery).
    Autora: Phoebe Atwood Taylor
    Traductor: E. M. Pekelharing
    Editorial: Poseidón (Colección Pandora) (1946)
    Año de publicación: 1931
    Número de páginas: 185
  • Winter’s Bone, de Debra Granik (2010)

    Winter’s Bone, de Debra Granik (2010)

    Ree, su madre y sus hermanos.

    Ree Dolly (Jennifer Lawrence) tiene diecisiete años y es quien está al frente de su familia. Cuida y alimenta a su hermano de doce y a su hermana de seis. Su madre está enferma y hace años que no habla. Viven en Missouri, una zona donde el apoyo y la ayuda de los vecinos será fundamental para ellos. El padre es un ex-convicto que debe presentarse en unos días ante la ley. A Ree no es algo que le importe demasiado, hasta que descubre que ha ofrecido como garantía de la fianza la casa donde viven y el bosque que la rodea.

    La madera que les permite calentarse y los animales que pueden cazar para alimentarse no son poca cosa para esta familia de escasos, o nulos, medios. No pueden perder el bosque que les ayuda a subsistir. Por lo que Ree deberá emprender una búsqueda sin esperanza para tratar de localizar a su padre y convencerle de lo imposible. A través de su peregrinación de casa en casa, se nos presentará un catálogo de personajes a cuál más rudo y hostil. Nadie quiere ayudarla porque nadie quiere que remueva en el pasado de su padre. Hay demasiados intereses en mantener silencio y ni siquiera a sus parientes parece importarles su destino.

    Ree enseñando a cazar a sus hermanos.

    El poder de los silencios.

    La película es Jennifer Lawrence. Resulta difícil imaginar a otra en el papel después de verla a ella, y las nominaciones a los Oscar o a los Globos de Oro como mejor actriz dan buena cuenta de ello. Estamos ante una historia de personajes en la que los silencios cobran una importancia vital para su desarrollo.

    En el plano visual, lo que más impacta es la crudeza de algunos momentos puestos en imágenes. Como cuando Ree enseña a disparar a sus hermanos o cuando despellejan una ardilla porque es lo único que son capaces de cazar para comer. Y lo que no se muestra: hay un montón de conversaciones que sabemos que se llevan a cabo fuera de cámara, en otra habitación o en otro lugar, que son fundamentales para el desarrollo de la historia. La forma de contar revela así el avance del argumento: el peso de los secretos, de lo que no quiere ser mostrado, de lo que no quiere ser escuchado.

    Jennifer Lawrence como Ree Dolly.

    Western noir.

    Winter’s Bone es uno de esos claros ejemplos de que el western y el noir son dos géneros que siempre han ido de la mano. Aquí se unen para mostrar una sociedad anclada en el pasado. Un entorno en el que la subsistencia es dura y en el que la naturaleza juega un papel fundamental en la vida de las personas. Madres adolescentes, mujeres al servicio de sus maridos —pero poderosas y agresivas—, violencia verbal y física dentro del ámbito familiar.

    La música country pone el broche de oro en algunos momentos, llegando a ser terriblemente evocadora. Familias reunidas tocando y cantando, jugando a las cartas, con rostros serios como si en vez de ser una celebración se tratase de una situación solemne.

    Sin duda los que ya la hayáis visto recordaréis de un modo imborrable la escena de la barca. No daré más pistas para quienes aún tengáis la suerte de poder acercaros a ella por primera vez. Es un momento que ya en la novela en la que se basa el guión de esta película deja huella, tal vez incluso más que de modo visual —porque nuestra imaginación suele ser más cruel que la puesta en escena de un film. De un modo u otro, una secuencia escalofriante como pocas.

    *Winter’s Bone está basada en la novela homónima de Daniel Woodrell, con guión adaptado de Debra Granik y Anne Rosellini.