El misterio de Cabo Cod, de Phoebe Atwood Taylor (1931) #AseyMayo1

Presentación de personajes

Prudence Whitsby decide alquilar una casa de verano junto a su sobrina Betsey en Cape Cod. Como son conscientes del calor que hace en la ciudad, deciden invitar a dos amigas (antes de que alguien decida invitarse por su cuenta). Escogen a Dot Cram, una antigua compañera de universidad de Betsey y a Emma Manton, la viuda de un clérigo de Boston. El mosaico de partida lo completará Bill Porter, un amigo de toda la vida de Prudence y Betsey, que suele visitarlas a menudo. Estos son los personajes de arranque en El misterio de Cabo Cod.

La época estival tiene una pinta estupenda. Si no fuese por uno de los inquilinos de la zona: Dale Sanborn, un autor de gran éxito que no cae precisamente bien al grupo de amigos. Una noche, Prudence anda en busca y captura de su gato Ginger. Sus pasos la guían hasta la cabaña de Sanborn y allí, bajo una manta, encuentra el cadáver del escritor.

Cape Cod

Empieza la investigación

Es cierto que El misterio de cabo Cod no es la mejor novela de misterio del mundo. Pero os aseguro que tiene un montón de componentes destacables para que haya decidido traerla hoy aquí.

Uno de los elementos que suele destacarse de los primeros hard-boiled era el humor tan ácido, la mordacidad de los textos de autores como Dashiell Hammett. No utilizaban ese tipo de chistes con los que te reirías a carcajadas, pero sí con aquellos de los que dirías «uy, lo que acaba de decir». Cuando son las mujeres las que introducen el humor en las novelas de misterio, se las suele tachar de poco serias, y rara vez se equipara el tipo de ironía de los inicios del género negro empleado por ellas con el que usaban ellos.

—Bueno, Sullivan, el agente más práctico y conveniente que puede emplearse para un homicidio, ya sea improvisado o premeditado con calculada malicia, es un instrumento romo. Y esto se debe principalmente al hecho de que hay una gran cantidad de instrumentos romos. —Miró de soslayo al sheriff para apreciar si su sarcasmo había llegado a destino; no había llegado, de manera que continuó—. Y a la correspondiente escasez de puñales orientales y venenos sin rastros, procedentes de Sudamérica. [,,,] Por experto que se sea en disparar pistolas, esgrimir un sable o un cuchillo, esos conocimientos serán de poco provecho si uno está enfrentado con la necesidad de elegir entre un número limitado de armas. Entre un florero, digamos, de la dinastía Ming o la pata de un escritorio Luis XV.

El misterio de cabo Cod, pág. 30

Fragmentos como estos, con una ironía tan afilada los hay a montones. Algo que le aporta una frescura y una agilidad al texto brutales. Tan solo comentar una cosa más sobre este particular: el crítico Dilys Winn comentó en su día que «La señora Taylor es el equivalente en el mundo del misterio a Buster Keaton«.

Investigadores de mediana edad

Es digno de mención quiénes serán los encargados de llevar a cabo la investigación del crimen. Por un lado, estará la indagación oficial y policial. Por otro, se ocuparán de las pesquisas la propia Prue Whitsby y Asey Mayo, un investigador aficionado de unos sesenta años que se mofa de Sherlock Holmes siempre que tiene ocasión.

—¿El bobo aquel que Sherlock Holmes siempre llevaba consigo? ¡Puf! Lo vi en el cine. Usted no es ningún doctor Watson, Miss Prue. Cuatro ojos ven más que dos, en cualquier día de la semana. Y yo no uso lentes. No, no hay razón para que diga eso, solamente porque yo haya hecho cosas basado en informaciones que usted ignora.

El misterio de cabo Cod, pag.58

Dos personajes con una vitalidad y un entusiasmo envidiables. En los años 30 son varias las novelas protagonizadas por detectives aficionados y de avanzada edad, pero lo que no es tan común es que actúen en pareja como sucede aquí. Y menos aún, que sea un duo formado por un hombre y una mujer.

Phoebe Atwood Taylor

Elementos absurdos

Hay una serie de aspectos que entorpecen la acción y que hacen que el balance final pueda no ser del todo favorable. Hay un elemento que destaca por encima de todos ellos: la lata de sardinas. Al aparecer, a Sanborn le causaban tal rechazo las sardinas que no soportaba que nadie las comiese cerca de él. Sin embargo, es hallada una lata vacía bajo la mesa de la estancia donde es localizado el cuerpo. La cantidad de idas y venidas que provoca el dichoso envase en los interrogatorios resulta absurda. Creo que la autora aquí perdió la medida de hasta qué punto un solo aspecto de la trama debía comerse el desarrollo de la investigación.

Más allá de este elemento y la obsesión por conocer al segundo dónde estaban todos en el momento de cometerse el crimen, el resto de la trama es más que correcta. Te atrapa por los diálogos, y la intriga está lo suficientemente bien conseguida como para mantener el interés hasta la última página.

Con todo esto, ¿recomendaría este libro? Sí, pero con reservas. Creo que seguiré indagando en las obras de la autora. Al fin y al cabo, esta es su primera novela. Y que en su momento consiguiese vender 5.000 ejemplares nada más ponerse a la venta (en plena depresión) es más que notable. Seguiremos informando.

Título: El misterio de Cabo Cod (The Cape Cod Mystery).
Autora: Phoebe Atwood Taylor
Traductor: E. M. Pekelharing
Editorial: Poseidón (Colección Pandora) (1946)
Año de publicación: 1931
Número de páginas: 185

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