El hombre en la cola, de Josephine Tey (1929) #AlanGrant1

Noche de espectáculo

Marzo, entre las siete y las ocho de la tarde. Las calles de Londres están abarrotadas, y las colas de acceso a los teatros empiezan a resultar imposibles. Todo el mundo se apelotona para conseguir una entrada, a poder ser sentados. Las aceras están tan llenas de gente que si una persona se desmayase no caería al suelo.

Y eso es justo lo que sucede. En una de esas multitudes, de repente alguien se desploma. La mujer que acude a en su ayuda chilla horrorizada, tres veces. Al acercarse ha visto que una daga sobresale de su abrigo. No se ha desvanecido, ha sido asesinado. Esta es la premisa de partida de «El hombre en la cola» de Josephine Tey, primera entrega de la serie de Alant Grant.

Gente pasando por el Teatro Astoria en Charing Cross Road, Westminster, Londres, a principios de la década de 1930.

Trama compleja

Si esta premisa de arranque os sugiere que nos encontramos frente una novela urbana que transcurre en las calles londinenses, no podríais estar más alejados de la realidad. «El hombre en la cola» rompe moldes y se sitúa entre la urbe y la campiña inglesa. Junto a Alan Grant cogeremos trenes, tranvías e incluso barcos.

La investigación arrancará en el centro de la ciudad, pero no tardará en alejarse tanto que el propio Grant deberá hacerse pasar por un pescador. Se adentrará en parajes inhóspitos poniendo en riesgo su integridad. Y todo ello por tratar de conseguir que no se le escape uno de los principales sospechosos.

Desde luego, estamos ante una obra con la que viajaremos y descubriremos todo tipo de paisajes y personajes. Un magnífico viaje de la mano de Josephine Tey.

Una primera novela

«El hombre en la cola» es la primera obra de ficción de Josephine Tey. A pesar de la época en la que fue escrita, Tey tenía claro que prefería darle más importancia a la investigación que a la resolución del caso. De la mano de Alan Grant, analiza los indicios, sigue una por una todas las pistas, interroga a los sospechosos y extrae conclusiones.

Más de uno podía afirmar que es un libro tramposo en el sentido de que resulta imposible resolver el puzzle como lectores. Pero no es tanto así como que la autora le da mayor peso al desarrollo de la historia que al cierre de la misma. No va dejando miguitas en el camino para que podamos dar con el culpable: lo que interesa es presentarnos a su protagonista y que disfrutemos del viaje sin presiones.

Presentación de Alant Grant

Uno de los puntos fuertes resulta conocer a Alant Grant y ver que, a pesar de que es un buen detective, se equivoca como cualquier persona y en ocasiones sigue pistas y caminos en su trabajo que no le llevan a buen puerto. Desconfíen de esos detectives que lo resuelven todo a la primera, nadie es tan listo.

«Hacía algunos años Grant había recibido una herencia considerable, lo bastante generosa como para retirarse y no hacer nada durante el resto de sus días si hubiera deseado tal cosa. Pero Grant amaba lo que hacía, incluso cuando se lamentaba y decía que tenía un trabajo de perros, de modo que había dedicado su legado a hacer su existencia más cómoda, al tiempo que trataba de poner un poco de luz en los lugares más siniestros de su vida y la de aquellos que lo rodeaban.»

El hombre en la cola, Josephine Tey, página 57

En más de un punto de la novela, Grant acepta sus errores y admite qué líneas de investigación no había cubierto como debería. De todos modos, consigue resolver el caso, pero reconoce que le atormenta haber perdido tanto tiempo en indicios que tan solo le sirvieron para descartar sospechosos. Algo que le honra pero que, al menos yo, no considero innecesario: si no analizas bien cada hilo del que tirar, siempre quedará la duda de si habían más elementos a investigar por esa parte.

Atmósfera de las calles de Londres

Creadora de atmósferas

Una de las cosas que más me han fascinado de esta novela es cómo Tey es capaz de describir la atmósfera londinense de la época. Desde el arranque, con esas calles atestadas de personas que tratan de acceder a un teatro, hasta las nubes, la humedad o la lluvia de las zonas más apartadas de la ciudad. La importancia de los tranvías, el deleite que le supone su desayuno matutino, un atardecer que de repente hace que el tiempo se detenga. Grant se toma unos segundos para deleitarse con estos aspectos, y que de este modo nos introduzcamos aún más en el Londres de 1929.

«Una hora más tarde Grant estaba almorzando en el campo. Hacía un día gris y húmedo, pero el aire de la campiña olía a limpio y fresco, a cosas que crecen, y la llovizna que había transformado la ciudad en un horror mugriento había quedado atrás.»

El hombre en la cola, Josephine Tey, página 114

Conclusión

Aunque Josephine Tey tiene libros mejores (que podemos disfrutar en castellano gracias al trabajo de Hoja de Lata), estamos ante una gran primera novela. La trama de arranque es original y diferente, y la búsqueda de la identidad de la víctima quizá se alargue en exceso, pero no resulta pesada. Que Tey nos saque de las calles de la ciudad y convierta una historia urbana en una rural en un parpadeo, diría que es uno de los puntos fuertes de libro. Una obra imprescindible para amantes del personaje de Alan Grant y del misterio más clásico.

Título: El hombre en la cola (The man in the queue)
Autora: Josephine Tey
Traductor: Pablo González-Nuevo
Editorial: Hoja de Lata (2022)
Año de publicación: 1929
ISBN: 9788418918124
Número de páginas: 312

Deja un comentario