Un reflejo velado en el cristal, de Helen McCloy. #BasilWilling8 (1950)

Apariciones en Brereton.

Faustina Crayle es una joven profesora de arte en un internado para señoritas. Después de seis semanas trabajando allí, la directora la despide con seis meses de sueldo pagados y con la exigencia de que debe abandonar el lugar de inmediato. La única explicación que consigue arrancarle es que no termina de ajustarse a la esencia del espíritu de Brereton. Confundida y apesadumbrada, Faustina hace las maletas y le da la noticia a la única amiga que ha conseguido hacer durante el tiempo que ha estado allí, Gisela von Hohenems.

Gisela tampoco comprende qué ha ocurrido, a qué es debido el despido de su compañera y le pide ayuda a su pareja, Basil Willing. Basil acudirá a entrevistarse con la directora, y tras sus reticencias iniciales esta acaba confesando los motivos del cese de contrato. Al parecer, son varias las alumnas y trabajadoras que se habían sentido inquietas por la existencia de una presencia cuando Faustina estaba en el centro. Y es que, al parecer, Faustina tiene un doppelgänger. Una doble.

¿Fenómenos sobrenaturales o con base real?

Un reflejo velado en el cristal nos ofrece un planteamiento de tintes sobrenaturales. Parte del encanto de la novela es ese. Y no lo es tanto por el elemento fantástico en sí, sino por la ambientación y la atmósfera que Helen McCloy consigue generar. Las declaraciones de todas aquellas personas que afirman haber visto a Faustina en un lugar y un segundo después en otro al que resulta imposible llegar en ese intervalo de tiempo, son vitales para este propósito. El tono de los diálogos —la interrupción constante de los relatos por miedo a que el oyente no los considere creíbles, los titubeos, las dudas— es admirable.

El caso de Emilie Sagée es uno de los sucesos con base histórica en la que se basa la novela.

A su vez, encontramos una serie de disquisiciones acerca de hasta qué punto se puede creer en este tipo de sucesos y dogmas de una lucidez apabullante:

«¿Y si el inconsciente pudiera reunir suficiente energía vital para proyectar una imagen o un reflejo de sí mismo en el aire? Tal vez mediante algún tipo de radiación refractada. Un ente onírico que fuese visible para los demás, así como para el propio durmiente; visible pero no material. Los reflejos en un espejo son visibles, pero no materiales. Igual que el arcoíris o los espejismos. Tan visibles que hasta puede fotografiarse. Pero no se pueden tocar, no tienen tercera dimensión y no emiten sonido alguno. No existen en los términos comunes del espacio-tiempo… Según se mueve el observador, la imagen se mueve con él. De igual modo, nadie ha tocado nunca a este doble ni ha oído que hiciera ningún ruido. Solo se ha visto.»

Un reflejo velado en el crista, pag. 87

Ciencia vs supersticiones.

No quiero perder de vista el género en el que está inscrito esta novela. Estamos ante una obra de misterio, por lo tanto el lector se suele enfrentar a este tipo de obras buscando una explicación racional a los sucesos que se narren en ella. No importa que aparezcan elementos de carácter «mágico», siempre y cuando la resolución del caso se mantenga en el plano terrenal.

En las novelas de Helen McCloy ese problema siempre es resuelto de un modo material y tangible. No obstante, uno de los puntos fuertes reside en las idas y venidas, en las conjeturas que los personajes desarrollan acerca de lo que es ciencia y lo que es superstición.

«Una y otra vez hemos visto que la ciencia de una generación se convertía en la mitología de la siguiente.»

Un reflejo velado en el cristal, pág. 165.
Jóvenes estudiantes de los años 50.

Se habla de la quema de brujas, las cámaras de tortura y de los actos de fe, pero también de Hiroshima. La Edad Media se llevó a unos cuantos miles de ciudadanos debido a las creencias en el ocultismo, pero en el siglo XX la ciencia (o más bien un mal uso de la misma) también ha terminado con muchas vidas humanas. Los análisis que se llevan a cabo a lo largo de la novela son abrumadores por su sagacidad y su intencionalidad de hacer que el lector que se cuestione algunos de sus principios más férreos.

Cierre del caso.

Puede que las páginas finales sean las que ponen el broche de oro a una novela sublime que te mantiene en vilo de manera constante. Mientras abordaba la lectura pensaba que, incluso con un cierre que no estuviese a la altura, era más que probable que me dejase buen sabor de boca gracias a su desarrollo. Pero el final no solo no decae sino que consigue desenredar cada una de las hebras que han ido retorciéndose a lo largo de la obra. Por supuesto, cada lector es un mundo y puede que no a todos les satisfaga. Pero considero que McCloy concluye la novela por todo lo alto.

*Hace unos días, antes de embarcarme en este viaje lector con Helen McCloy, consulté los diversos manuales de referencia que tengo por casa de género negro. En ninguno de ellos encontré información sobre esta escritora. Un error imperdonable que debe ser reparado, colocando a esta autora en el lugar que se merece dentro de la historia de la ficción criminal.

Título: Un reflejo velado en el cristal (Through a Glass, Darkly).
Autora: Helen McCloy.
Traductora: Raquel García Rojas.
Editorial: Hoja de Lata (2021).
Año de publicación: 1950.
ISBN: 9788418918049.
Número de páginas: 240.
Ficha del libro en la web de la editorial: https://www.hojadelata.net/tienda/un-reflejo-velado-en-el-cristal/

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