Los pájaros no cantan, de Helen McCloy. #BasilWilling9 (1951)

Un falso doctor Basil Willing.

El doctor Basil Willing acude a un pequeño negocio de su barrio a comprar cigarrillos. Mientras está en el establecimiento, otro cliente entra con mucha prisa, realiza su compra y sale corriendo sin molestarse siquiera en recoger el cambio. Ya fuera del local, Basil ve cómo el extraño hombre para un taxi e pide que le lleve a West Eleventh Street. Debe llegar allí lo más rápido posible, y le solicita al conductor que vaya a recogerle al mismo lugar a las 21:30. Y debe preguntar por el doctor Basil Willing cuando lo haga.

El auténtico Basil no se lo piensa dos veces: coge otro taxi y pide que le lleven a West Eleventh Street. Allí se colará en una cena organizada por un colega psiquiatra, el doctor Zimmer. El ambiente de la reunión es raro, incluso un poco tenso. Basil tan solo conoce a una persona en la fiesta, alguien que puede atestiguar que es el verdadero doctor Willing. Todo se complica cuando minutos después el suplantador fallece y todo indica que ha sido envenenado. Y la única persona capaz de informar de la verdadera identidad de este hombre muere también esa misma noche, del mismo modo que el impostor.

Traducción.

Uno de los motivos por los que me pienso dos veces la lectura de este tipo de novelas suele ser la traducción. No es la primera vez que me encuentro con malas traducciones, con erratas, fallos y con la sospecha de que faltan fragmentos de la obra. Eso es lo que me ha pasado con Los pájaros no cantan. La trama resulta confusa, en algunos puntos incluso atropellada. Y aunque la historia se comprende en su totalidad, hay momentos en los que el lector se encuentra un poco perdido.

Habiendo leído ya varias novelas de la autora, y viendo la calidad de todo lo que he encontrado de ella, sospecho que en este caso los defectos que le achaco provienen más de la versión en español que del libro en sí.

Taxis en la ciudad de Nueva York

Estructura de la novela.

Uno de los puntos fuertes de Helen McCloy es que consigue mantener la intriga de algunos de los aspectos de la trama hasta un punto bastante avanzado de la novela. Los investigadores realizan interrogatorios, cada cierto número de capítulos se descubren nuevos datos, pero mantiene al lector a ciegas durante unas cuantas páginas.

Para muchos puede parecer un defecto, sin embargo era una auténtica maestra en la gestión de la información. Si relees alguna de sus obras sabiendo todos los detalles, te darás cuenta de que va regando la historia de pistas para quienes disfrutan de descubrir al culpable antes de se desvele. De este modo, aquellos que gustan de dejarse llevar y disfrutar del suspense, tienen la diversión asegurada.

Medicina, fármacos y eutanasia.

Uno de los temas recurrentes en sus novelas suele ser la medicina. El uso de fármacos para una u otra enfermedad y el peligro a la hora de administrar cantidades erróneas, suelen repetirse a lo largo de su trayectoria. Sin embargo, siempre consigue aportar un punto de novedad en cada una de sus obras. En esta ocasión va un paso más allá, y se aborda la eutanasia como forma digna de terminar con la vida de un paciente terminal. El matiz reside en la legalidad del proceso, y quién debe dictaminar la ejecución de dicho procedimiento.

Conclusión.

Termino la última novela que he encontrado traducida de la serie de Basil Willing con una sensación agridulce. La trama es buena, la resolución del caso me ha parecido atractiva, pero algunas partes las he hallado un tanto atropelladas y carentes de coherencia. Si alguna editorial se anima a recuperarla será interesante comparar impresiones y confirmar si el fallo reside en el texto en sí o en su traducción.

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