Evvie y Louise comparten piso en Chicago. No es una vivienda convencional, ya que se trata de un antiguo establo rehabilitado, con ventanas en el techo como si se tratase de un invernadero. Un lugar bohemio para una forma de vida singular. Son amigas desde la infancia, y hace tiempo que viven juntas. Estamos en 1928 y Evvie acaba de cumplir 23 años. Es bailarina y artista, posee un enorme círculo de amistades, es apreciada y querida. Y el dinero no tiene más utilidad para ella que la de ser empleado en aquello que quiera o necesite.
Capítulo a capítulo, Vera Caspary dibujará la vida de Evvie y de Louise. Toda la novela está narrada desde la voz de Louise por lo que, en principio, tan solo conoceremos lo que ella nos cuente. Sin embargo, en algunos momentos será la Louise del futuro la que desvele al lector sucesos que la Louise contemporánea a la narración desconoce. Episodios como que Evvie se haya enamorado, o de quién.

Rompiendo la estructura tradicional.
La primera mitad de la obra sirve para presentarnos las experiencias de las dos protagonistas. Cómo se relacionan, sobre qué recapacitan. Qué piensan sobre los vínculos de pareja, sobre el sexo, la amistad o el trabajo. Evvie es presentada como una mujer con una gran libertad en su relación con los hombres. Su lista de amantes es larga, y no tiene inconveniente en salir con más de un hombre a la vez.
Hasta que un día sus ojos parecen posarse en alguien, y se pasa las horas pensando en ese extraño amante. Louise desconoce la identidad de ese desconocido. Evvie atesora ese secreto a buen recaudo, y aunque en alguna ocasión su amiga ha podido sospechar de uno o de otro, no tiene claro de quién se trata ni de los motivos de su compañera para ocultarlo. Pero esto no supone una traba en su relación, ya que saben respetar la intimidad y el espacio de la otra.
«Evidentemente, usted no cree que las mujeres pueden guardar secretos, Mr. La Motte, o respetar la intimidad de las otras. Pero usted está equivocado. Las mujeres pueden ser tan leales y maduras como los miembros de su sagrado sexo.»
Evvie, pag. 184.
Una vez traspasada la primera mitad, Caspary introduce un corte en la trama. Aparece un acto criminal, y la historia pasa a centrarse en la investigación de dicho crimen. Tenemos a un policía, a una serie de sospechosos, y la búsqueda del arma del delito. Todo parece adaptarse a las reglas del género a partir de este punto. Pero no.

Vera Caspary rompe moldes.
Apostaría a que los que no hayáis leído aún este libro seríais incapaces de adivinar quién es el culpable. Aunque no puedo analizar en profundidad la elección de la autora sin caer en spoilers, está claro que Evvie es una suerte de burla de la novela negra tradicional. Primero, por la tardanza a la hora de introducir el argumento criminal. Segundo, por el desarrollo de la investigación. Y tercero y más importante, por la elección del condenado.
Caspary declaró en más de una ocasión que ella no había buscado nunca ser escritora de género negro. Ella era una contadora de historias, y acabó en el género casi por casualidad. No le gustaban los estereotipos del detective ni de la femme fatale. No creía que seguir al milímetro un patrón marcado sirviese para crear una buena novela per se. A Caspary le preocupaba dibujar personajes complejos, con piel y corazón, seres casi de carne y hueso, con una trayectoria personal y un carácter bien perfilado. Por todo ello, Evvie es un bofetón a todos aquellos que trataban de canonizar al genero gracias a una serie de normas, en un momento en que este tipo de libros aún eran de segunda categoría.
Es probable que sin conocer la trayectoria de la autora, o sin saber nada de sobre ella, alguien que se acerque a esta obra opine que tiene un final insulso y mal desarrollado. Sin embargo, la introducción en el propio texto de explicaciones veladas sobre ese desenlace hacen que veamos claro que no estamos ante una torpeza. Vera Caspary escribió tramas de intriga de brillante complejidad, tanto para la literatura como para el cine. Y no cabe un resbalón en su decimotercer libro.

La vida de Caspary VS la vida de Louise
Tras haber leído la autobiografía de la escritora, es inevitable ver paralelismos entre la biografía de Caspary y la de la narradora, Louise. Ambas se han dedicado en su juventud al mundo de la publicidad, y han tenido que soportar la condescendencia y los tratos humillantes por ser mujeres en una profesión tan masculinizada. Ambas tienen un vínculo muy especial con sus madres, en parte debido a la ausencia de sus padres. Las dos han crecido y vivido en el Chicago de la mafia, de la Ley Seca, y de las segregaciones raciales. Las dos muestran anhelos literarios.
Creo que es inevitable que los autores suelten pedacitos de sí mismos en sus creaciones, en sus personajes, en la forma en la que estos se expresan. No he podido evitar pensar si el amante de Evvie tendrá algo de alguno de los amantes de Caspary o si esa vida social sería parecida a la suya. Es una lástima que haya quedado enterrada en el olvido, no solo por su buen hacer literario, sino como representante de una época de cambios que fue fascinante.
Título: Evvie. Autora: Vera Caspary. Traductor: Daniel Iglesias Brickles. Editorial: Emecé Editores, S.A. (1962) Año de publicación: 1960 Número de páginas: 325.
Ahí está Laura para saber que tipo de novelas le interesaban. Apunto.
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