Jean McVeigh está de viaje por Europa en busca de emociones. Está soltera y tiene una buena fortuna, por lo que en su situación no es extraño ver sola a una mujer viajando. Los días pasados en Londres son largos y aburridos por causa de la lluvia constante, que le impiden recorrer la ciudad como desearía. Quizá por ello, una tarde en su hotel decide tomarse una copa. Esto le lleva a conocer a Stuart, un hombre apuesto que le presta atención por unos minutos. Jean se queda prendada de él nada más conocerle. No tanto por sus virtudes como por el hecho de que por fin alguien se interesase por ella.
Cuando días después ve a Stuart besuqueándose con otra mujer en el bar del hotel, Jean no puede soportarlo y trata de quitarse la vida. La dirección y los empleados hacen lo posible por ocultar este suceso, ya que el intento de suicidio es un delito y Jean podría acabar con problemas serios. Stuart decide cuidar de ella, y ese tiempo que pasan juntos termina en matrimonio.
Stuart es un hombre de negocios, o al menos trata de serlo. Necesita dinero para invertir, pero no tiene ni un dolar a su disposición. A lo que sí puede acceder tras su matrimonio es a una situación social que no tenía antes, y la posición económica de Jean le permite poder obtener una serie de contactos y de créditos bancarios suficientes para arrancar algún que otro proyecto.

Trasfondo social.
La narración se centra esta vez más en la figura masculina de la pareja que en la femenina. Jean es presentada como una mujer solitaria que busca la atención constante de Stuart. El poseer una cuenta abundante en el banco a veces es una desventaja, ya que no sabes si quienes se acercan a ti lo hacen por tu dinero o por tu persona. En esta novela se denuncia un contrato social muy extendido en la época como eran los matrimonios de conveniencia. Stuart necesita capital y Jean requiere de compañía. Podría parecer que ambos obtienen beneficio, y que nadie sale perjudicado, pero el problema surge cuando uno de los dos no tiene tan claras las intenciones del otro.
Como viene siendo habitual en las obras de Vera Caspary, el desarrollo de la trama transcurre lento hasta superada la mitad del libro. Esto puede ser un condicionante para los lectores que quieren emociones fuertes, pero es un plus para aquellos que disfrutamos del camino. El argumento es más complejo de lo que parece en un primer momento, y consigue sorprender en las últimas páginas con un final sorprendente a pesar de que pueda ser esperado.
La experiencia de Caspary como guionista es palpable en la construcción de diálogos, y se aprecia mejor que en sus primeras novelas. A pesar de que parece no suceder nada durante capítulos enteros, esas conversaciones mantenidas entre los protagonistas dan el tono a la historia. No les conocemos a través de sus actos tanto como por su manera de expresarse. Lo que dicen y lo que no dicen. Algo verdaderamente completo de conseguir, y que Caspary supera con nota.
Título: El marido (The husband) Autora: Vera Caspary. Traductora: Adriana Bó. Editorial: Emecé Editores (1963) Año de publicación: 1957. Número de páginas: 239.
Deja una respuesta