Laura Hunt ha sido asesinada. Alguien, una noche calurosa de verano, llama al timbre de su casa y le descerraja un tiro en la cara. Las primeras noticias que tendremos de ella vendrán de la mano de Waldo Lydecker, el primer narrador de la novela. Mark McPherson, el policía que investiga el caso, acude a casa de Waldo para interrogarle sobre Laura, y ya nos da pistas acerca de qué va esta historia:
«Para solucionar el problema de la muerte de Laura tiene usted que resolver primero el misterio de su vida. Eso no es una tarea sencilla. Ella no tenía ninguna fortuna secreta, ni rubíes ocultos. Pero le advierto, McPherson, que las actividades de los estafadores y contrabandistas parecen sencillas comparadas con las de una mujer moderna»
Laura, Vera Caspary (página 26)
La novela se compone de cinco partes con varios narradores y distintos enfoques. Resulta más fácil de comprender esta composición cuando sabes que Laura nació como una obra de teatro. Todos los escenarios son reducidos, hay pocos personajes, y cada parte de la historia se estructura como cada uno de los actos de una obra teatral. Ahí reside parte de su encanto: podemos ver cómo las personas del entorno de Laura la veían, y luego asistir a un autorretrato de su puño y letra.
A pesar de lo que pueda parecer, lo importante no reside en descubrir quién asesinó a Laura Hunt, sino en averiguar quién era ella. Estamos ante una mujer que sobrepasa los 30 años, que está a punto de casarse. Borrad los prejuicios que acaban de inundar vuestra mente con esta frase. Sí, estoy segura que más de uno y de dos ha asumido que se va a casar porque es demasiado tarde ya para ella —no olvidemos que fue escrita en los años 40.
Un personaje único en la historia de la novela negra.
Laura es moderna, con mucho carácter, ha disfrutado de la vida, de su cuerpo y de su sexualidad. No le importa no estar casada para dejarse ver acompañada de hombres. Cuando empieza a salir con Shelby, su futuro prometido, ella gana más que él. Le compra cosas, le cuida, le mima. Le consigue un trabajo para que asciendan sus ingresos, pero aún así ella sigue ganando más. Es una autentica triunfadora. Ella es quien le aporta confianza y seguridad a él. Lo que para aquella época sería el mundo al revés.
«La libertad significa algo muy distinto para mí, Mark. Quizá lo comprenda. Ser libre era ser dueña de mi persona, conservar todas mis estúpidas e inútiles manías, ser la única señora de mis costumbres. ¿Me explico?
Laura, Vera Caspary (página 126)
Desde el comienzo se juega con el concepto idealizado de la figura femenina. Se eleva a tal punto esta imagen, que hasta se presenta la idea romántica de «la mujer muerta». Una muchacha que pasará a la posteridad joven, bella, adorada por todos los que la conocían. Para que su inmortalidad alcance ese toque artístico es necesaria su muerte. Incluso que su final no haya sido natural hace que todo el proceso sea más sublime todavía.
Este enfoque inicial se va al traste cuando la autora le da voz a la propia Laura. No solo veremos que lo que los demás ven en ella no es cierto por lo que cuenta sino sobre todo por cómo habla de sí misma. Los diálogos en los que ella participa rompen con lo expuesto por los narradores anteriores. Caspary se recrea en los prejuicios, en la construcción social de las mujeres para desmontarla a través de uno de los personajes más poderosos de la historia de la novela negra.
Adaptación al cine de Otto Preminger

Por desgracia, no son muchos los que se han acercado al texto de Vera Caspary, y conocen a Laura tan solo por cómo la mostró Otto Preminger en su adaptación cinematográfica. La escritora de Chicago luchó con uñas y dientes ante los cambios introducidos por el director, e intentó mantener cierto control sobre cómo sería representada Laura. Preminger decidió menospreciar a tan poderoso personaje para romantizarlo aún más a través de los ojos de los protagonistas de la cinta: Waldo Lydecker, Mark McPherson y Shelby Carpenter.
Laura se convierte tan solo en un recipiente de deseo masculino, incluso más allá de la muerte. La voz que Caspary crea de ella desaparece por completo, y toda su fuerza y personalidad se convierten en candor y dulzura en la película. El protagonista se desplaza, y se posa en Waldo Lydecker, dontándole de un carácter que Caspary no le había dado. Se alteran elementos que en pantalla no resultan vitales, pero que en la novela tienen un doble significado que, por desgracia, se pierden.
A pesar de todo esto, está considerada como una de las grandes películas del cine negro de los años 40. Esto es debido a uno de los golpes de efecto introducidos en el libro, que en pantalla funciona realmente bien. En cuanto a estructura argumental respeta bastante a la obra original, pero pierde su fuerza y su espíritu por completo. La edad de Laura se altera y se escoge a una actriz muy joven, las motivaciones que la llevan a casarse se acercan al ideal de amor romántico, y todos los hombres que la rodean cumplen su función protectora a la perfección. Lo sé, es demasiado pronto para mostrar a una mujer como Laura en la gran pantalla, y la femme fatale ya se había hipersexualizado por aquel entonces. Pero no puedo dejar de imaginar a una Maureen O’Hara, una Joan Crawford, o una Katharine Hepburn interpretando ese papel.
Título: Laura. Autora: Vera Caspary. Traductor: M. D. A. de Derisbourg. Editorial: Backlist (2011) Año de publicación: 1943. ISBN: 9788408097280. Número de páginas: 280. Precio: 18,50€. Ficha del libro en la web de la editorial: https://www.planetadelibros.com/libro-laura/48085
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