Un buen día de 1952 la madre de Kya se pone sus zapatos de cocodrilo y se lleva a cuestas su maleta azul. Ha decidido abandonar una vida de miseria y de maltratos, dejando atrás a sus hijos. Poco a poco, los hermanos de Kya irán abandonando la marisma, dejándola sola con su padre. Un padre que no tardará en desaparecer también. De este modo, Kya, apenas una niña, deberá apañárselas sola para salir adelante.
Los servicios sociales tratarán de escolarizarla, pero tras una jornada de burlas y risas de sus compañeros decide que es mejor esconderse. Nadie conoce la marisma como ella, y siempre que acuden en su busca no logran encontrarla. El único que lo consigue es Tate, uno de los muchachos de la zona, que un día le presta su ayuda para regresar a casa. Desde ese momento establecen un vínculo muy especial, y tan solo Tate conseguirá aproximarse a la Chica Salvaje.
Este es el ambiente sobre el que Delia Owens nos presenta a Kya y su solitaria vida. Pese a lo difícil que pueda parecer en un primer momento que una niña sea capaz de sobrevivir por sí misma, la autora despliega una serie de recursos que lo hacen verosímil. El desencadenante que hace que os traiga este libro aquí se produce ya en el tercer capítulo. Chase Andrews ha aparecido muerto bajo la torre de vigilancia de la marisma. Esto sucede en 1969, y deberemos avanzar en la lectura para saber qué une a ambas historias.

A pesar de que la intriga acerca de la muerte de Chase puede impulsar al lector a seguir leyendo, lo que te atrapa en realidad es el personaje de Kya. Si tuviese que imaginar cómo se comportaría una persona que no ha tenido apenas contacto con otros seres humanos no sabría bien cómo afrontarlo. Pero está claro de Delia Owens sí ha sabido hacerlo. El amor de Kya por su entorno, su dificultad a la hora de entablar conversación con otras personas, su miedo a confiar en alguien. Página a página la autora consigue que podamos ver a las gaviotas con las que conversa, el barco con el que se mueve de un lugar a otro, o su pelo negro desaliñado.
Aunque la trama criminal no tiene un peso importante hasta la tercera parte de la novela, sí que resulta fundamental para la historia. En algunos momentos, determinados fragmentos me han transportado al juicio de Matar un ruiseñor de Harper Lee; a esa sala atestada de gente, a esa curiosidad insana de las comunidades pequeñas por saber todo de todos. Porque precisamente de eso va esta obra: de la maldad humana, del maltrato, de la insensibilidad ante la fragilidad del próximo. De los prejuicios frente a lo diferente.
Pese a que no está narrada en primera persona, el narrador se empapa de la melancolía que transita por las páginas de la novela. La voz que Owens le otorga a Kya es fría y distante, y tan solo cuando habla con la naturaleza y el entorno se muestra como es en realidad. Porque pasa toda su vida tratando de entender a los seres humanos a través del estudio de los animales. Como imaginaréis, eso no la ayuda demasiado.
La chica salvaje es una lectura que requiere de un poco de paciencia. Las primeras páginas transcurren reposadas y es probable que más de uno sienta la tentación de abandonarla: no lo hagáis. La recompensa será mayúscula si esperáis y os adentráis en Point Beach, en sus aguas y su maleza. Rara vez coincido con la vehemencia de las promos tan exageradas que se hacen a algunos libros. Sin embargo, en este caso reconozco que estoy de acuerdo.
Título: La chica salvaje (Where the crawdads sing) Autora: Delia Owens. Traductor: Lorenzo F. Díaz. Editorial: Ático de los libros (2019) Año de publicación: 2018. ISBN: 9788417743376. Páginas: 384. Precio: 17,90€. Ficha del libro en la web de la editorial: http://aticodeloslibros.com/index.php?id_product=172&controller=product
Estoy leyéndola, acabo de empezar y no tiene pinta de ser “novela negra” pero me está encantando. Tiene frases potentes y que encajan perfectamente en el desarrollo de la trama, pero lo dicho acabo de empezarla.
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