Harriet Vane investigadora
Harriet Vane está de vacaciones en el suroeste de Inglaterra. Está sola en la playa, y se queda dormida. Algo la sobresalta. ¿Un grito? Un sonido extraño, en cualquier caso. No tiene que caminar mucho para toparse con el cadáver de un hombre tendido sobre una roca. Tiene cortada la garganta de lado a lado, la sangre aún parece estar lo bastante líquida como para pensar en una muerte reciente, y no hay más huellas a su alrededor que las que la han llevado hasta allí. Como buena novelista de misterio, presta atención a todos los detalles que la rodean y percibe que la marea está subiendo. En poco tiempo, el cuerpo corre el riesgo de desaparecer. No lo piensa: registra sus bolsillos, toma unas cuantas fotografías, observa su ropa, su calzado y localiza una navaja cerca del difunto. Tras todo ello, se apresura a pedir ayuda.
Todo parece ponerse en su contra en su búsqueda de auxilio. Nadie tiene teléfono ni vehículo que pueda acercarla a un puesto de la policía. Tras varias horas de camino y de preguntar a todo con el que se cruza, consigue dar el aviso. Pero ya es demasiado tarde: el cadáver ha desaparecido arrastrado por las olas.

Peter Wimsey no tardará en enterarse de la noticia y acudir para prestar su ayuda. La principal incertidumbre inicial, teniendo en cuenta que no disponen de cuerpo que analizar, es si se trata de un suicidio o un asesinato. No parece que haya habido nadie cerca de la escena del crimen a la supuesta hora de la muerte, y eso les hace pensar una y otra vez en que debe tratarse de un suicidio. Sin embargo, un par de indicios ponen en duda esta teoría de manera constante.
El feminismo de Dorothy L. Sayers
Un cadáver para Harriet Vane es la séptima entrega de la serie de Peter Wemsey. Si en Veneno mortal ya habíamos conocido (y algunos incluso nos habíamos enamorado) de Harriet Vane, aquí forma una parte esencial de la trama. Y de hecho diría que es uno de los platos fuertes de la novela. Sus observaciones acerca de la posición en el mundo de las mujeres en aquella época son maravillosas. En un momento de la obra, gracias a la presencia de un personaje secundario, reflexiona sobre que no importa lo exitosa que pueda ser como novelista porque para la sociedad siempre será una fracasada si permanece soltera.
De hecho, uno de los juegos consiste en la petición de mano de Wimsey de manera constante y el rechazo de Vane una y otra vez. Ese toma y daca, unido a la visión que aporta Sayers (a través de Harriet) de cómo una escritora de novelas de misterio se enfrenta a un crimen real me han parecido los elementos más destacables, con creces. La autora deja claro que su protagonista no tiene por qué saber cómo observar y analizar un cadáver de verdad, que con aportar cuatro tecnicismos en sus libros es más que suficiente para que resulten convincentes. Y que a veces pensamos que los escritores son maestros del crimen, y de lo que deben serlo es de la palabra escrita. De poco sirve la presentación de una investigación impecable si luego la obra falla en su forma.

Exceso de páginas
A pesar de que el arranque me parece excelente y que hay algunos momentos magníficos dentro de la obra, he de reconocer que me habría gustado que su extensión fuese menor. Creo que se dan vueltas en exceso a las coartadas, a las declaraciones de los testigos, a medir al milímetro dónde estaba cada uno a la hora de la muerte, a la invención de un código secreto que será fundamental para la resolución del caso.
No obstante, creo que Un cadáver para Harriet Vane merece mucho la pena leer. No solo porque las tramas de Dorothy L, Sayers son inteligentes y precisas como un reloj, sino por la caracterización de sus personajes.
Título: Un cadáver para Harriet Vane (Have his carcase) Autora: Dorothy L. Sayers Traductora: Flora Casas Editorial: Lumen (2007) Año de publicación: 1932 ISBN: 9788426416360 Número de páginas: 572
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