A finales de 2013 una mujer sobrevivió a 95 puñaladas en Cali, Colombia. Siete meses después, a pesar de que ella había denunciado y advertido que seguían queriendo asesinarla, fue encontrada descuartizada dentro de un saco a las orillas del río Cauca. Esta noticia real fue el desencadenante de la novela El vuelo del flamenco de Alejandra López González. La escritora y periodista caleña se obsesionó con la noticia, no solo porque alguien sea capaz de sobrevivir a ese nivel de cuchilladas, sino también porque nadie la ayudase cuando trató de buscar ayuda. Por ello, centra El vuelo del flamenco en los desaparecidos y los cuerpos desmembrados que son hallados de manera constante en el río.
«A la muerta de Pascual Bianchi la encontraron los campesinos entre la vegetación a orillas del río. Era el cuerpo de una mujer, casi una niña. Sus asesinos la habían descuartizado, habían metido todas sus partes en un costal y la habían arrojado al agua. Antes habían llegado otros. Uno había sido asesinado con golpes de machete. Lo encontraron con un hilo de piel que sostenía la cabeza al tronco. Otro apareció metido en una bolsa plástica. Solo el tronco metido en esa bolsa, flotando en las aguas del río.»
El vuelo del flamenco, página 52.
Los muertos del río Cauca.
Si hacéis una búsqueda rápida con las palabras «río Cauca descuartizados» y filtráis tan solo los resultados del último año, no daréis crédito al número de noticias que se muestran en pantalla. En las afueras de Cali es extraño no hallar al menos tres o cuatro cadáveres descuartizados al mes, en el Valle de Cauca. A partir de estos sucesos, López González construye una narración en torno a la muerte y cómo se enfrentan a ella los habitantes de la zona. En el libro, los vecinos «adoptan» a los muertos para ocuparse de ellos. Cuidan sus tumbas, las adornas y las llenan de flores, en parte por esa relación tan abierta que se tiene con la muerte, en parte porque creen que los difuntos pueden traer buena suerte a quien les cuida, como si obrasen algún tipo de milagro.
En torno a todo este culto a los fallecidos tenemos a Pascual Bianchi y a Lucrecia Ackerman y su historia de amor. Una historia que nace al compartir infancias y recuerdos, construyendo de ese modo un retrato de Cali perfecto para aquellos que desconocemos la zona. La conclusión que se puede extraer de su relación es que el amor es capaz de superar todas las barreras, pudiendo surgir en los entornos más hostiles y en los momentos más crudos.

Violencia descarnada.
Puede que lo más llamativo de esta obra sea la violencia que orbita a lo largo de todo el relato. No estamos ante un policial al uso, ni ante una investigación criminal. Es cierto que hay una búsqueda de ciertas identidades, un deseo de dar con un nombre y un rostro. Pero lo que mueve toda la narración es la aparición de los cadáveres desmembrados en el río y cómo se afronta eso; desde los vecinos, hasta las fuerzas policiales, pasando por el maravilloso personaje de Justo, el encargado de sepultar los restos que van emergiendo, de catalogarlos y anotar qué parte se encuentra enterrada en qué parcela del cementerio.
Justo respeta y cuida a los difuntos, y también a los familiares cuando estos aparecen. Trata de que cada familia pueda ver a sus parientes en el estado más favorable posible, y explica con detalle a qué procesos químicos debe someter a los cuerpos para conseguirlo.
Cementerios de agua.
A pesar de que en la novela no se habla abiertamente de las razones de esta barbarie, no es necesario adentrarse en muchos de estos sucesos para encontrar una conexión directa con las guerras colombianas por la droga. Los ríos, lugares de unión con la naturaleza, se convierten en lugares de horror y espanto. Imaginad adentraros en un cauce para bañaros, sumergiros… y descubrir un cadáver en descomposición a los pocos metros.
Con estas acciones no solo se liquida a un ser humano, sino a poblaciones enteras que no pueden darle uso al agua de ese río. Ni para trabajar ni para consumir. También se aniquila la esperanza para las familias de dar con su desaparecido, de darle sepultura en un lugar al que poder asistir para rendirle respeto, para que su memoria siga viva. Tal vez por ello se adopte a los muertos. Para que todos y cada uno de ellos pueda tener un final digno, aunque sea de una forma anónima.
Título: El vuelo del flamenco. Autora: Alejandra López González. Editorial: Himpar Editores. Año de publicación: 2017. ISBN: 9789585874015. Número de páginas: 122. Ficha del libro en la web de la editorial: https://www.himpareditores.net/nuestros-libros/
¡Gracias! Me has sido realmente útil para mi proceso de investigación. Colombiana, Phd en la UB. ¡Saludos!
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