Lady Anne Daventry llevaba una existencia tranquila y retirada en Charlton Crescent hasta que ha empezado a sospechar que alguien quiere acabar con su vida. Un día descubre que en su cajita de píldoras tiene una más de las que debería haber. Podría parecer algo normal, un despiste lo tiene cualquiera. Pero envía a analizar las pastillas y resulta que una de ellas podría acabar con una docena de personas. Con cierto miedo en el cuerpo, otro día siente un sabor extraño en su vaso de leche diario. Cuando accidentalmente su gata también bebe del vaso y se pone enferma sabe que el peligro es real y que debe tomar todas las precauciones que estén al alcance de su mano.
Por ello, contacta con la agencia de detectives Wilkins y Alleyn, y uno de los socios accederá a hacerse pasar por el secretario personal de Lady Daventry para vigilar de cerca los pasos de todos los que la rodean. Sin embargo, todas las precauciones tomadas finalmente no han servido para nada: Anne Daventry es asesinada con un puñal. La acción ha sido llevada a cabo con rapidez. Lady Daventry, junto a cuatro de sus parientes más directos y su nuevo secretario, toma el té una tarde. La presencia de un extraño rostro en la ventana les alerta a todos ellos,y corren hacia la ventana. Sin embargo, cuando se dan la vuelta tras el sobresalto, la anciana señora Daventry está agonizando y viviendo los últimos segundos de su vida.
Para investigar el asesinato recurrirán al Inspector Furnival, más conocido como El Hurón por su astucia. A partir de ese momento comenzarán las pesquisas para averiguar quién saldría más beneficiado con la muerte de la anciana y quién pudo llevar a cabo este crimen a sangre fría. A pesar de ser tan solo cinco los ocupantes de la habitación donde se ha cometido el crimen veremos cómo no es tan sencillo dar con el culpable.
Aunque que el final no ha terminado de convencerme del todo, he de reconocer que Haynes era magnífica manteniendo la intriga y el interés del lector. Para ello, recurre a varias líneas de investigación aumentando la emoción y los misterios por resolver. Por un lado, la desaparición de las perlas de Lady Daventry, robo que es descubierto por la propia señora momentos antes de su muerte. Por otro, el asesinato de la anciana. Y por último, más avanzada la trama, la desaparición de uno de los personajes de la novela.

El guiño a Sherlock Holmes es desvelado por la propia autora cuando el secretario de Anne Daventry es requerido por Furnival como si de un Watson se tratase. Cuatro ojos siempre ven mejor que dos y el recurso de analizar los hechos entre los dos como era tan habitual con los personajes de Conan Doyle está demostrado que funciona. Por algo ha sido tan repetido a lo largo de la historia de la literatura.
A pesar de que he leído decenas de historias de misterio ambientadas en esta época y con una trama muy similar, por algún motivo no había reflexionado hasta ahora que se trata de novelas de la época de entreguerras. En esta, ese particular es citado y juega un importante papel en la historia, y sorprende observar lo tradicionales que seguían siendo algunas de las familias más adineradas todavía en los años 20-30. A veces los compartimentos de la Historia parecen muy estancos y da la sensación que, tras la Revolución Industrial y el surgimiento de la burguesía, estas tradicionales familias que vivían tan solo de las herencias recibidas de sus antepasados se habían extinguido. Sin embargo, en las obras de Haynes, de Margery Allingham y de Agatha Christie, entre otras, el tema del asesinato para cobrar una herencia es uno de los motivos más populares para cometer un crimen.
Al hilo de este particular sobre la sociedad londinense, la obra muestra otro par de momentos en los que podemos ver la rígida compartimentación social. Soames, el mayordomo, cuenta cómo es hijo de mayordomo y de criada, y su intención es también la de envejecer junto a una de las sirvientas que aparecen en la narración. Aunque de que este tipo de sirvientes en ocasiones eran casi un miembro más de la familia, solo hay que observar la herencia que se repartían entre los consanguíneos (aunque a veces no les soportasen) y los sirvientes, personas que estaban junto a ellos día tras día, y que en ocasiones tan solo recibían una mísera asignación que no les permitía retirarse.
Asesinato en Charlton Crecent es una buena novela de intriga. Como siempre advierto en estos casos, hay que leerla con la mirada de un lector de los años 20. La confianza ciega en el honor y en la sinceridad de los personajes por pertenecer a la nobleza hoy en día resulta extraña, pero era lo habitual en las historias de esa época. Los métodos empleados por Furnival resultan correctos, y la introducción de análisis de huellas dactilares, de pisadas o de microscopios para analizar tejidos le dan una modernidad a la trama que incluso sorprende. No todo el peso del caso recae en el método deductivo, y la recopilación y seguimiento de pistas es muy exhaustivo. En ocasiones se tiene la sensación de que cuando una novela no ha perdurado en el tiempo es debido a que no poseía la suficiente calidad, pero las recuperaciones que se están llevando en los últimos años nos están demostrando que no es así. Debemos estar muy agradecidos del trabajo de editoriales como dÉpoca, que selecciona y recupera libros magníficos que por desgracia han permanecido en el olvido. Incluso, que ni habían llegado a ser traducidas al castellano, como es el caso de los libros de Annie Haynes.
*Como siempre, merece especial mención la magnífica introducción de Juan Mari Barasorda, que nos ayuda a conocer un poco más a esta desconocida autora de la que se sabe tan poco hasta el punto de no haberse conservado ningún retrato suyo.
Título: Asesinato en Charlton Crecent (The House in Charlton Crescent). Autor: Annie Haynes. Traductor:Rosa Sahuquillo y Susanna González. Año de publicación: 1926. Editorial: dÉpoca (2017). ISBN: 9788494687525 Páginas: 270. Precio: 18,90€.