Con el corazón en la boca, de Ethel Lina White (1942)

Elizabeth Featherstonhaugh acaba de empezar a trabajar como institutriz en el nº 10 de India Crescent, en Rivermead, al cargo de Barney y Philippa. Philippa es una niña obediente y delicada, pero Barney hará todo lo posible por hacer de la estancia de Elizabeth un infierno. El padre de los chicos, el Capitán Pewter’s, es un hombre viudo que apenas les presta atención, y eso fomentará aún más que Barney sea un niño especialmente travieso. Sobre la casa pesa la sombra de Maxine, la anterior institutriz, una mujer carismática que eclipsó a Barney y que logró que el niño siga rindiéndole pleitesía tiempo después de su marcha de la casa.

Otra de las sombras que resultan inquietantes es la del caserón abandonado del nº11. Sobre él corren muchos rumores e historias, e incluso la sospecha de que un extraño hombre habita en el sótano de dicha casa. Por si fuese poca la oscuridad que con todos estos elementos rodea al argumento, descubriremos que tan solo unos pocos días antes fue hallado el cadáver de una mujer en el pasaje Maundy. Calles inundadas de niebla, miedo a que otra mujer sea asesinada, un extraño inquilino en la casa de al lado, un pasadizo que une las dos viviendas y un niño con ganas de hacérnoslo pasar mal, serán los ingredientes principales que harán de Con el corazón en la boca una mezcla de novela de misterio con una de terror.

Las calles cubiertas de niebla y las escaleras oscuras son algunos de los elementos preferidos de la autora.

Como ya he podido observar en alguna de las novelas anteriores de la autora, Con el corazón en la boca tiene partes que resultan más lentas, pero una de las marcas de la casa es un tramo de la historia en el que el clímax llega a su punto álgido teniéndote completamente pegado a las páginas del libro, con cierto punto de miedo y con un enorme deseo por conocer el desenlace. Lástima que la novela no sea más regular y que ese deseo de seguir leyendo no lo encontremos a lo largo de toda la historia, porque está claro que Ethel Lina White sabía perfectamente cómo construir una historia adictiva en la que la intriga no decayese.

Partiendo de la base de que cuando llevaba un buen porcentaje de la historia descubrí que mi edición estaba incompleta (diálogos sin sentido, acciones que eran citadas pero que no había leído), la lectura de esta novela ha sido extraña. Busqué el ebook en inglés, y empecé a comparar versiones. La traducción es bastante correcta, pero claro, tan solo de las partes que se decidieron traducir de la novela. Descubriendo este tipo de cosas no resulta tan extraño que la novela haya quedado perdida en el olvido, ya que leyendo esta edición en castellano la historia no acaba de tener sentido por completo.

DATO CURIOSO: A pesar de haber escrito la friolera de 17 novelas y 31 relatos, las novelas de Ethel Lina White son independientes unas de otras, y nunca optó por crear una serie con un detective o un policía, tan de moda en la época y que si conseguían gustar al público, aseguraban el interés de los editores por su obra. Era más partidaria de escoger protagonistas corrientes, personas anónimas, que por diferentes circunstancias debían hacer frente a una situación misteriosa.

Como sucedía en sus novelas anteriores, la autora recurre a lugares cerrados para provocar esa sensación de claustrofobia y para inyectar terror a las paredes de la casa. Reconozcámoslo: este tipo de novelas y de películas se han instalado en el imaginario popular con tanta fuerza que todos y cada uno de nosotros hemos sentido miedo dentro de nuestras propias casas alguna vez. Aún recuerdo subir al desván de mis padres de niña con cautela al escuchar algún sonido extraño, o bajar al sótano con el miedo de que una mano asomase por las escaleras y me agarrase. Ese juego de estar bajo llave en tu propia casa y que en vez de encontrarte a salvo haga que te halles encerrado con el asesino, funciona realmente bien, tanto en papel como en celuloide.

Gail Russell en la imagen promocional de The Unseen

Precisamente por eso, tenemos adaptación a la gran pantalla en 1945 como The Unseen (Misterio en la noche en castellano). Esta adaptación vino propiciada por el éxito que en 1944 tuvo The Uninvited (Los intrusos) del mismo director, Lewis Allen. Sin embargo la genialidad de The Uninvited se quedó a medio camino con The Unseen. A pesar de tener al mismísimo Raymond Chandler entre la plantilla de guionistas, a la historia le sigue faltando algo también en su adaptación. Entre otras cosas, algún detalle que explique cómo se conectan ambas casas (algo que en la novela sí está presente y resulta uno de los elementos más poderosos para provocar el miedo del lector) y una explicación más convincente en el desenlace. No obstante, el éxito de la cinta considero que está en la atmósfera que consigue crear. Callejones oscuros, asesinatos, sospechas constantes de unos y otros personajes, puertas abiertas en plena noche. El guión consigue que sospechemos de todo y de todos y que hasta el último momento no sepamos quién es «el malo de la película».

Con el corazón en la boca es una novela menor dentro de la bibliografía de Ethel Lina White. Utiliza elementos ya empleados en novelas anteriores, pero con menos éxito. A pesar de todo esto, no se le puede negar su enorme capacidad para crear suspense y lograr atrapar al lector entre las páginas de sus libros. No necesita policías ni detectives para hacerlo, tan solo personas normales y corrientes en circunstancias normales y corrientes. Algo que, si lo pensamos fríamente, resulta mucho más inquietante que un asesino en serie. Porque muy pocos conocen a un asesino en serie. Pero somos muchos los que tenemos un oscuro trastero o un desván tenebroso.

La próxima vez que bajéis al sótano llevad una linterna. Por si acaso.

Título: Con el corazón en la boca (Midnight House).
Autor: Ethel Lina White
Editorial: Librería Hachette (1952)
Año de publicación: 1942.
Páginas: 190.

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