Gamadge es un investigador privado afincado en Nueva York. Un buen día se topa en el club con su viejo amigo Sylvanus Hutter, al que hace 15 años que no veía. La mujer de Gamadge está de viaje, y Hutter pretende a toda cosa que vaya a pasar el fin de semana a Underhill y visitar allí a su familia. Y de paso, echarle una mano con un misterio que asola la mansión. Al parecer su tía Florence está siendo acosada por alguna de las personas que la rodean. Hace un tiempo se decidió a escribir una novela. Se la dicta frase por frase a su secretaria Evelyn Wing y esta las transcribe a máquina. En no menos de 4 ocasiones, al retomar el texto al día siguiente en el punto donde Florence y Evelyn lo habían dejado, se ha encontrado con frases desagradables añadidas a la novela que invitan a pensar en que se tratan de una amenaza para la pobre Florence.
Finalmente Henry Gamadge accede a visitar a Florence y a tratar de resolver esta intriga. Nada más leer las frases amenazadoras descubrirá con asombro que se trata de citas literarias que nadie hasta ese punto ha sabido reconocer. Poe, Marlowe, Ford, Herbert. Una especie de juego macabro con el que intimidar a la pobre señora, y de paso poner en evidencia su ignorancia por desconocer el origen de dichas citas. Nuestro protagonista interrogará a los habitantes de la mansión y descubrirá que la clave de toda la intriga se haya en el testamento de Florence. Pero la trama se dispara cuando es hallado un cadáver en la casa.
El planteamiento de Nada podrá salvarme, como podéis ver, no podría ser más clásico: mansión a las afueras, mujer adinerada, herederos con ansia de fortuna. Sin embargo la introducción de las amenazas a través de las citas y el uso de una güija como método para obtener información aportan el toque diferenciador en esta novela. Son dos rasgos que nos dan buena cuenta del carácter de Henry Gamadge: por un lado, su alto conocimiento literario al reconocer esas citas al primer vistazo. Por el otro, su inteligencia al observar esa güija como un elemento más de posible autoconcentración que de comunicación paranormal.

Al igual que la manera en que Daly perfila a nuestro investigador es exquisita, lo mismo sucede con el resto de personajes que deambulan por la novela: Tim Mason, esposo de Florence con 16 años menos que su mujer y cuerpo de deportista; Susie Burt, una jovencita sin medios que Florence ha acogido bajo su protección; Corinne Hutter, prima de Florence y bibliotecaria de Erasmus; Sally Deeper, mujer separada al frente de una casa de modas; o Glen Percy, un amigo de Susie proveniente del Sur con un potente atractivo.
Resulta curioso observar con los ojos de una lectora del s. XXI a estos personajes. No puedo evitar pensar que las características más superficiales se las llevan los personajes masculinos, o al menos en las descripciones así podemos verlo («musculoso deportista», «anchos hombros», «piel morena», «guapo»). Sin embargo, los personajes femeninos tienen un peso de gran importancia en la trama y son, a excepción de Susie, mujeres independientes económicamente gracias al desempeño de sus respectivos trabajos (bibliotecaria, secretaria, dueña de una casa de modas). Evidentemente no todo en esta novela es modernidad, pero sí resulta llamativo al tratarse de una novela escrita en 1943.
Gamadge se apoyará desde la aparición del primer cadáver en el teniente Windorp, inspector de la Policía de Bethea. Creo que es un gran acierto por parte de Daly actuar así. En primer lugar porque la aparición de la policía será determinante para algunos de los sucesos de la novela y en segundo lugar porque aporta el toque de legalidad que en ocasiones les falta a las novelas de detectives. Gamadge es una persona con gran instinto al que se le da bien resolver misterios, pero que nunca rompe las normas marcadas por la ley. Otro de los aspectos que tienen crucial importancia en la resolución del caso es abordar los interrogatorios teniendo en cuenta cómo podrían acontecer en un juicio real. En este punto no puedo dejar de pensar la influencia que pueda tener el hecho de que Daly fuese hija del Juez de la Corte Suprema de Nueva York. Conoce los métodos legales y los aprovecha para aportar más formalidad al caso.
Existe una cierta confusión acerca de qué posición ocupa esta novela en la lista de la serie Gamadge. En algunos lugares podréis ver que es la sexta de la serie y en otros la quinta. Al parecer, es la quinta según el orden norteamericano (el original, ya que se publicaban allí primero), pero al ser publicada el mismo año que Evidence of things seen, esta última se publicó antes en Reino Unido y de ahí el pequeño caos dentro del orden cronológico. Si nos ceñimos a la publicación norteamericana, esta es la quinta entrega.
Título: Nada podrá salvarme (Nothing can rescue me). Autor: Elizabeth Daly. Traductor: Julio Vacarezza. Editorial: Acme Agency, S. R. (1952) Año de publicación: 1943. Páginas: 189.
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