Patrick ha vuelto, de Josephine Tey (1949)

Quedan pocas semanas para que Simon cumpla 21 años. Este acontecimiento conlleva que Simon herede por fin la fortuna de su madre, fortuna que con diligencia y tesón se ha asegurado de gestionar la tía Bee. Desde la muerte de los padres de Simon en un accidente ocho años atrás, Bee se convirtió en la persona al cargo de la familia y se aseguró de que la hacienda se mantuviese intacta. Para ello, vivirían solo con los beneficios que Latchetts — la casa y las tres granjas de la propiedad — irían generando. El éxito de las fincas ha residido en los caballos. Las clases de monta y la compraventa de estos animales poco a poco habían dado un respiro a la economía familiar. El día que Simon cumpla 21 años, la batuta pasará a sus manos por ser el primogénito de la familia. Pero todo se complica cuando Patrick vuelve a casa.

Patrick es el hermano gemelo de Simon, un hermano que años atrás dejó una extraña nota junto a un acantilado y desapareció para siempre. Todos asumieron que se había quitado la vida, a pesar de que el cuerpo del joven nunca apareció. Pero ahora parece haber regresado de entre los muertos en una fecha muy oportuna para poder recibir así su pedazo del pastel.

Lo que la familia Ashby no sabe es que Patrick es un impostor; un muchacho con un extraordinario parecido físico con Simon que alguien ha descubierto a tiempo para beneficiarse del cobro de la herencia. Con esta enrevesada premisa, Josephine Tey establece las bases de una sólida historia de intriga. Así como en el arranque la tensión se mantiene respecto a si la farsa de Brat Farrar — el falso Patrick — aguantará o no, luego todo girará hacia tintes más oscuros.

Patrick ha vuelto no es una novela de intriga al uso. En primer lugar porque el enigma no resulta lo más relevante para el desarrollo de la trama. Y en segundo lugar porque no es hasta muy avanzada la historia cuando se introduce ese hilo conductor criminal. Tey le asigna mucho más peso a la idea de la búsqueda de identidad de Brat Farrar, el verdadero leitmotiv de la obra. Farrar es un muchacho huérfano sin raíces y sin identidad que lleva dando tumbos toda su vida. Por un lado, ha disfrutado de una enorme libertad de actuación y decisión hasta que se deja enredar en esta estafa. Pero por otro, nunca ha sabido lo que es la pertenencia a un grupo, a una familia.

Cuando a las pocas páginas del comienzo pisa por primera vez Latchetts y pasa su primera noche allí, se debatirá entre de la falta de ética de lo que está llevando a cabo y la maravillosa sensación de compartir mesa y conversación con una serie de personas que le aprecian por quien creen que es. Los Ashby parecen concebidos para él, una familia unida — en parte debido a las desgracias que han debido de sufrir en el pasado — que se adaptan a él como un guante. Los caballos serán un elemento esencial a lo largo de toda la narración, ya que Brat se había dedicado a la doma de estos animales en el pasado, y en todo momento asocia su presencia con la palabra hogar. No pasará mucho tiempo hasta que se calce las botas de Patrick y perciba como más valioso llevar el apellido Ashby que el dinero que reside en su cuenta corriente.

Josephine Tey

Tey fue una extraordinaria constructora de personajes. Para ella era tan importante perfilar al personaje por fuera como por dentro, ya que en ocasiones los rasgos de carácter se sustentan en la presencia física que una persona proyecta sobre los demás. Y resulta curioso descubrir que Brat Farrar estaba inspirado en un personaje real, un jinete de carreras de caballos de la época. Todo este ambiente de la campiña inglesa y de la hípica, están cargados de nostalgia. Tey, a pesar de sus raíces escocesas, sentía un profundo amor por Inglaterra que puede percibirse en las descripciones de esta novela. Incluso en algunos puntos se aprecia un halo de romanticismo por el Londres de entreguerras.

Las novelas de Josephine Tey se incluirían dentro de la Golden Age por estilo, pero no por cronología. A pesar de que comenzó a publicar en 1929, sus obras de misterio más populares de circunscriben en torno a los años 50, época en la que ya se estaban recurriendo a otro tipo de esquemas narrativos. Su estilo es clásico y más de uno equipara a su famoso investigador Alan Grant (que no aparece en este Patrick ha vuelto) con Hercules Poirot. En sus libros encontramos magníficos ejemplos del típico humor inglés, tan sutil y sofisticado, y sobre todo montones de párrafos con dobles sentidos y con mucho más que contar de lo que pueda parecer en un inicio… esta vez Brat no estaba dispuesto a detenerse para cerrar otra puerta de alguien había dejado abierta«.) No estamos ante simplonas historias de intriga, sino que la intriga es tan solo algo accesorio que le sirve a Tey para lo que quiere contar.

Para aquellos que no os hayáis acercado aún a Elizabeth (Beth) Mackintosh, autora que se esconde bajo el pseudónimo de Josephine Tey, os dejo un fragmento espléndido que resume todo lo que he tratado de mostraros más arriba. Tía Bee trata de explicarle a Brat por qué no aparecerá la noticia de su reaparición en el periódico Clarion:

«— Hemos sido rescatados por tres personas de las que nunca hemos oído hablar y a las que seguramente nunca conoceremos. La cuarta mujer de un dentista de Manchester, el marido de una actriz despechada y el propietario de una maleta de cuero negro. — Tocó el claxon y giró suavemente a la derecha al salir del camino —. El propietario de la maleta la abandonó en Charing Cross con los brazos y las piernas de algún desconocido en su interior. Aunque por supuesto también podría tratarse de los brazos y las piernas del propietario de la maleta. De desvelar el misterio se ocuparán los reporteros del Clarion durante una buena temporada, o eso espero. El marido de la actriz despechada ha presentado una demanda por alienación del afecto, aunque ninguno de los tres implicados se ha molestado hasta el momento en disculparse oficialmente, lo cual es maravilloso para el Clarion. Desde que la tasa de divorcios ha descendido, el Clarion no ha hecho otra cosa que perder lectores, y una demanda por alienación del afecto es un regalo del cielo. Especialmente cuando los afectos en cuestión son los de Tattie Thacker — remató Bee, contemplando la luz de la mañana con expresión satisfecha —. Me encantan las mañanas después de la lluvia. — Aún te queda una. — ¿Qué? — La cuarta mujer de un dentista de Manchester. — ¡Ah, sí! ¡La pobrecita! Al exhumar su cadáver del elegante panteón familiar descubrieron que estaba repleto de arsénico. Y su marido ha desaparecido sin dejar rastro.»

Título: Patrick ha vuelto (Brat Farrat).
Autor: Josephine Tey.
Traductor: Pablo González-Nuevo.
Editorial: Hoja de Lata (2018).
Año de publicación: 1949.
ISBN: 9788416537341.
Páginas: 380.
Precio: 22,90€.
Ficha del libro en Hoja de Lata: http://www.hojadelata.net/tienda/patrick-ha-vuelto/

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