Una tarde de diciembre Henry Gamadge visita a la señorita Paxton en Park Avenue. Las ventanas que miran hacia dicha calle se encuentran ocultas tras persianas cerradas y la casa luce el aspecto que tendría una casa deshabitada. La mansión pertenece a su primo James Ashbury, ella tan solo está allí como cuidadora de la mansión temporalmente encargada de realizar un inventario de sus pertenencias. Y en ese corto período de tiempo le ha surgido un contratiempo que ha hecho que se inquiete, por lo que solicita la ayuda de nuestro detective bibliófilo Henry Gamadge. Al parecer sus parientes tienen una amplia colección de grabados en la casa, y misteriosamente en las últimas horas uno de ello parece haber cambiado de aspecto: ha aparecido sin saber bien cómo una inscripción que no estaba antes.
Julia Paxton no sabe qué pensar, teme que Gamadge opine que todo se debe a la avanzada edad de la mujer que ha convertido un despiste en un misterio. Pero la cabeza de Julia funciona con la precisión de un reloj suizo. Y casualmente el cambio acontecido en el grabado implica que ha perdido gran parte de su valor monetario. Por lo tanto solo queda revisar quién ha visitado a Julia para tratar de desentrañar el misterio. Y la lista es tan corta que se reduce tan solo a una persona, Iris Vance, una medium que ha pasado por la casa unas horas antes del extraño cambio acontecido en el grabado. Como ocurría en Nada podrá salvarme, Daly introduce de nuevo los elementos sobrenaturales en su novela, pero siempre a través de un ejercicio de racionalismo puro y duro. Daly acepta que existan mediums, y sin llegar a condenarlo tampoco lo aprueba.
De nuevo tenemos un misterio con libro-ilustración-grabado que sirven como excusa para arrancar la trama. Y nada menos que un grabado en el que aparece representada Lady Audley. Como bien nos explica Gamadge por si lo desconocemos, existe una novela de misterio de 1862 titulada El secreto de lady Audley de Mary Elizabeth Braddon. Se trata de una obra victoriana, coetánea de las obras de Wilkie Collins o Charles Dickens, que representa el éxito de una escritora en un momento en el que la literatura no estaba destinada a las mujeres. Precioso homenaje de Daly a esta obra, y una forma de que sus lectores quizá descubriesen a Braddon.

A través de visitas a unos u otros personajes, Gamadge tratará de resolver el misterio hasta que, como viene siendo habitual en la estructura de sus novelas, todo se precipite con la aparición de un cadáver. A pesar de la impresión inicial de que estamos ante un simple accidente, algunos indicios apuntan a que esa muerte ha sido provocada, no fortuita. Y el intento de acabar con la vida de Gamadge hará que este deba tomar más precauciones que nunca.
Sin duda, de las tres novelas que he podido leer de la serie esta es en la que Gamadge corre más riesgos. Es cierto que sigue recurriendo a la ayuda de la policía en cuanto es necesario, pero toma más la iniciativa que en entregas anteriores, lo que hace que veamos a un Gamadge más activo. Aún así, no esperéis encontrar a un investigador pistola en mano que vaya disparando a quien se le ponga por delante. Gamadge es más partidario de buscar pistas y extraer conclusiones. Todo en sus novelas está medido y meditado, nada se deja al azar.
A pesar de que no se trata de novelas en las que Gamadge recorra sus calles (como ocurre por ejemplo con las de Matt Scudder), resulta una maravilla conocer el Nueva York de los años 40 a través de sus obras. Sí, están centradas en una parte muy concreta de Manhattan, concretamente en la zona noreste (Upper East Side), zona de gente adinerada y buena familia. Pero esa mezcla de novela urbana ambientada en una gran ciudad con los ambientes típicos de las novelas británicas y rurales de la Golden Age, crean una combinación perfecta que debió romper con muchos moldes. No olvidemos que esta novela es de 1946, momento en el que el hardboiled reinaba y brillaba en el nuevo continente con autores como Raymond Chandler o James M. Cain, en gran parte influido este éxito del género por la adopción del mismo en el cine.
*Con esta reseña doy por concluida la semana #ElizabethDaly. No desistiré en buscar alguna más de sus novelas en alguna librería de viejo, y cruzo los dedos porque Una dirección equivocada se venda tan bien que Siruela decida apostar de nuevo por esta autora en su colección. Espero que si os animáis a leerla me digáis qué os ha parecido. Yo apostaría porque no os vais a arrepentir.
Título: El misterio del grabado (The Wrong Way Down) Autor: Elizabeth Daly. Traductor: Julio Vacarezza. Editorial: Acme Agency, S. R. (1949) Año de publicación: 1946. Páginas: 188.
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